Kicillof quiere un keynesiano en la fórmula

Viejos conocidos de están algo sorprendidos. Peronista con vuelo propio y uno de los pocos que hace tiempo, durante los partidos que Néstor Kirchner organizaba en Olivos, era capaz de encabronarse con el líder santacruceño por un simple roce futbolístico, al jefe de Gabinete se lo ve ahora llamando a subordinados de , economistas que no llegan a los 40 años, para consultarlos sobre temas que tiempo atrás él habría resuelto en soledad y en cinco minutos. Puertas adentro, el kirchnerismo es a veces una escuela de humildad. Nada nuevo para dirigentes de piel curtida: en julio de 2009, pocas horas después de la derrota legislativa de Kirchner frente a De Narváez, el propio Fernández encabezó una apertura al diálogo con empresarios de primera línea a quienes les advirtió aquella noche que, en adelante, toda la relación con el establishment estaría a su cargo. Fue su última reunión con ellos: desde entonces, por orden y hasta la muerte de Kirchner, el único delegado en esa faena pasó a ser Guillermo Moreno.

El universo Kicillof es últimamente más vasto que nunca. Acaba de incorporar, por ejemplo, el área de vías navegables, un sector que por definición siempre había cobijado la Secretaría de Transporte. Mariana González, la economista que conducirá esos asuntos, fue ascendida a secretaria de Coordinación y se convirtió en la única mujer en la mesa chica del Palacio de Hacienda. Una doble carambola de autoridad de su jefe: no sólo le arrebató la dependencia a Florencio Randazzo, sino que se dio el gusto de equilibrar las atribuciones de Emmanuel Álvarez Agis, secretario de Política Económica, cuyas ínfulas venían molestando en ese ministerio.

Kicillof representa hoy aquel sueño trunco de Aníbal Fernández: es el único funcionario a quienes las corporaciones ven con posibilidades de resolverles algo. El puente que le falta por ejemplo al Citibank, que se desvive por atenuar las asperezas con el Gobierno desde que se inhabilitó a su presidente, Gabriel Ribisich. "Si no llegan a Astroboy, no van a solucionar absolutamente nada", resumió un operador que conoce el sector financiero. Una maldición que nació hace un año en Nueva York: el ministro fue quien lapidó, el 29 de julio, en una conversación con Cristina Kirchner durante un vuelo que unía Buenos Aires con Caracas, el acuerdo que los banqueros tenían con los holdouts para evitar el default de la Argentina y que venía con respaldo de Zannini, Capitanich y Juan Carlos Fábrega, todavía jefe del Banco...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR