El juego de las sillas ¿llegará a su fin?

El juego de las sillas requiere que haya una menos que la cantidad de personas dispuestas a jugar. Al ritmo de una canción, giran alrededor de ellas hasta que se corta la música y hay que sentarse. Quien no lo logra debe retirarse del juego. Así, hasta el final, cuando solo quedan dos participantes y una única silla. Y se define el ganador.Desde que la Argentina entonó la marcha populista, hace casi 80 años, la población baila a su ritmo. Todos giran tratando de evitar el "sablazo" inflacionario y, en definitiva, quedan de pie los más vulnerables. Luego, se intenta recomponer su situación por un tiempo, aunque los más débiles terminan siempre sin sentarse.En 2001, cuando se abandonó la convertibilidad que el mismo peronismo había adoptado, no hubo sillas para nadie. Néstor Kirchner intentó morigerar el impacto mediante la congelación de tarifas, la prohibición de exportaciones y la fijación de precios para proteger la mesa de los argentinos. Inicialmente, tuvo éxito: el subsidio a las tarifas impulsó un mayor consumo interno, alterando los patrones de gasto de las familias y los costos de los comercios, industrias y clubes. Al tener luz, gas, agua y transporte "regalados", los carritos de los supermercados se llenaron con artículos pagados con el ahorro en tarifas. Correlativamente, el gasto público creció para sufragar los subsidios.Las provincias también aumentaron aún más sus nóminas de empleados y las sucesivas moratorias previsionales dieron cobertura a millones de personas que no habían realizado aportes con anterioridad. El gasto público estalló. En 2003, era casi un tercio del PBI. Con Cristina Fernández, superó el 40% cuando terminó su mandato. En 2015, con ingresos de solo el 39% del PBI, el déficit fiscal subió al 8% del PBI. Las jubilaciones y pensiones son su causa principal: absorben el 60% del gasto (11% del PBI). Como otro legado de la convertibilidad, los subsidios a la energía insumen el 1,2% y los subsidios al transporte alcanzan al 0,9%. Los servicios de la deuda pública implican un 4% del PBI gracias al "gradualismo" que la utilizó para sortear la desmesura, sin reducirla.De los 4 millones de empleados públicos, la mitad se incorporó durante el kirchnerismo y la mayor parte, en provincias y municipios. De los 8,4 millones de jubilados y pensionados, 3 millones ingresaron en ese lapso, sin haber hecho aportes. En 2005, las pensiones no contributivas ascendían a 170.000, en 2015 aumentaron a 1,5 millones, de las cuales un...

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