Jineteadas: el valor de la tradición

En los últimos días se ha vuelto a discutir el valor de las jineteadas y su relación con el maltrato animal. Esos debates están en general instrumentados por asociaciones protectoras de animales. La arremetida se renueva cuando se difunden los Festivales de Jineteada y Folclore de Jesús María y Diamante, transmitidos en directo por la televisión pública.Con motivo de esos espectáculos, de imponente repercusión popular, tales asociaciones vuelven sobre la idea de que deben ser prohibidos o limitados por tratarse de una suerte de juegos salvajes, en los que lo principal consiste en desconsiderar al caballo en términos que no admiten cabida en la contemporaneidad.Para poder hacer un correcto análisis del valor de aquellas destrezas criollas, debemos diferenciar la doma de la jineteada. La doma es el amanse del animal, mientras que la jineteada, en el sistema tradicional, es una parte de esa doma. Con el tiempo se fue trasformando en un espectáculo deportivo donde el hombre de campo demuestra valor y habilidades en no pocos casos de excepción.Las afirmaciones de las asociaciones protectoras de animales en el sentido de que las jineteadas son una forma de maltrato resultan rectificadas por la realidad a poco que se comprendan el espectáculo y su concepción. El animal o "reservado" es un caballo especialmente elegido para esa actividad. Estos animales son probados en su fuerza y, aquellos que tienen condiciones naturales, son debidamente enseñados a corcovear.El método de enseñanza nada tiene que ver con el castigo, sino todo lo contrario: el potro es montado, se lo deja "tirar unos saltos" y el jinete, si no es expulsado por el mismo corcovo, se tira antes de que el caballo sienta demasiado el rigor.En el lenguaje del jinete se dice que al caballo hay que dejarlo ganar para que se agrande y, de este modo, aprecie voltear. En definitiva, contra lo que suele afirmarse con ligereza, el animal nada sufre en ese desafío.Los "reservados", cuidados en general por hombres de campo, tropilleros que saben del valor del caballo y lo aprecian con admiración y respeto, está a disposición de las jineteadas en no más de dos o tres veces al...

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