'Jamás voy a olvidar ese día'. Vivía en un barrio carenciado y hoy trabaja en Europa gracias a una ayuda que torció su destino

Con sacrificio, amor por la escuela y muchas personas que apostaron por ella, Stella logró vencer muchos obstáculos y hoy sueña en grande.

Stella Silvestre (28) se crio en el medio del campo, en un pequeño pueblito llamado Villa Esquiú (ubicado en la provincia de Córdoba) rodeada de quintas, sapos y cobras que se paseaban por el patio de su casa y arañas y alacranes que dormían en su cama.

"La casa en la que vivíamos tenía solo un cuarto en donde dormíamos mis padres, mis tres hermanos y yo y la sala y la cocina no tenían puerta, estaba todo conectado. Al principio, no teníamos instalación de luz ni de agua, por lo que sacábamos agua del pozo y para bañarnos la teníamos que calentar en la cocina y llevarla en un balde. El baño no tenía piso por lo que se llenaba de barro y se tiraba la cadena con un balde de similares características", recuerda, a la distancia.

"Me daba mucho miedo caminar de noche"

Stella cuenta que como el colectivo solo pasaba por la ruta (quedaba aproximadamente a un kilómetro a pie) y sus padres no tenían auto, se trasladaba caminando en dirección al colegio hasta que en el secundario un programa del gobierno le otorgó una bicicleta. "El callejón no tenía muchas luces y estaba rodeado de canaletas de riego para las quintas por lo cual daba mucho miedo caminar por ahí de noche y, además, más de una vez pararon autos con malas intenciones. Por suerte, siempre pude correr y nunca me pasó nada más que los traumas de andar sola por ese sitio".

Su padrino no solamente le pagó la universidad, sino que además la contrató en su compañía para la que trabajó durante cuatro años.

Más allá de las dificultades con las que se encontraba a diario, Stella recuerda haber compartido mucho tiempo con sus hermanos. "Mi casa era tan humilde que teníamos una tele muy antigua que no tenía conexión a DVD. Entonces, mi padre una vez compró una película en DVD y le pidió a la vecina si nos dejaba verla en su casa. Tampoco había plata para ropa nueva, así que hasta por lo menos mis 15 años me vestía con ropa donada que solía traer una amiga de mi mamá. Sobrellevar el invierno era lo más difícil porque no teníamos estufa, y cuando nos dieron una siempre saltaba la luz, y le andaba solo una vela, pero más adelante tuvimos una salamandra, y nos divertíamos juntando, y cortando leña para ponerle", comenta Stella al detallar su niñez.

La razón por la cual no pudo ser abanderada

Pese a las carencias que tenía, a Stella le gustaba mucho ir a la escuela...

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