La increíble impunidad de Cristina

debería estar presa desde hace 48 horas. No por algunas de sus decisiones políticas, discutible si son justiciables o no, sino por la investigación más profunda que se haya hecho sobre el robo del dinero público durante 12 años. Una segunda instancia judicial, la Cámara Federal conformada por dos jueces, confirmó la decisión de de procesarla y dictarle prisión preventiva. Son ya tres, entonces, los magistrados que concluyeron que ella debe estar en la cárcel. El peronismo del Senado no aportará los dos tercios de los votos que se necesitan para su desafuero y para que definitivamente vaya a prisión. Esa mayoría especial requiere del peronismo; sin él, es imposible alcanzarla. Cristina no es ya una cuestión de la Justicia, sino de la política. Los matices del peronismo se desvanecen cuando se trata de protegerla. Más pronto que tarde, el justicialismo pagará con moneda política esa decisión de auxiliar con increíble empeño a la expresidenta. El peronismo está votando una virtual amnistía para Cristina por descarados hechos de corrupción, no por lo que hizo en la política. La teoría de los senadores peronistas (no hay cárcel para ellos sin sentencia definitiva) no está escrita en ningún lado. Es un acuerdo de palabra que beneficia a los corruptos y perjudica a los inocentes.Cristina Kirchner ha conseguido, tres años después de perder el poder, retener el protagonismo político, judicial y económico. Su presencia tan destacada como inexplicable en las encuestas explica en parte la espectacular suba del riesgo país, que obligó al gobierno de a suspender el programa de obras públicas con la participación conjunta del Estado y los privados. No es ella el único factor que convirtió a la Argentina en un país con satelitales índices de desconfianza. Pero ella es la que agrava los otros factores, que son varios. ¿Ejemplos? La historia del país, con un monumental default declarado alegremente hace 17 años por un peronismo irresponsable y que solo se resolvió hace dos años. La deuda pública, que significa un alto porcentaje del PBI. Un único prestamista (el Fondo Monetario) que ya prestó todo lo que podía. El país está en recesión y la reactivación de su economía será lenta después del severo ajuste dispuesto por el Gobierno. La inversión cayó. Es perceptible también en los mercados cierto hartazgo con la volatilidad permanente de la Argentina. Siempre entre el cielo y el infierno. Los argentinos estamos acostumbrados a respirar bajo el agua, pero los...

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