La incómoda relación con Libia

La exasperante lentitud de la Argentina en pronunciarse sobre la matanza ordenada por Muammar Khadafy en Libia pone de manifiesto la escasa sensibilidad del gobierno de Cristina Kirchner por los padecimientos de miles de personas que se encuentran atrapadas bajo el fuego cruzado y las calamidades de una dictadura feroz. Es odiosa la neutralidad frente a una masacre, más allá de la decisión de la Asamblea General de las Naciones Unidas de suspender a ese país del Consejo de Derechos Humanos.Por fortuna, la Argentina se ha preservado de estar en sintonía con Hugo Chávez, como los gobiernos de Nicaragua, Bolivia y Cuba. El recelo contra los Estados Unidos e Israel ha llevado esta vez al presidente venezolano a pedir la condena de Israel y los Estados Unidos y a comparar a Libia con Venezuela ante la delirante posibilidad de que la revuelta sea la excusa de una invasión extranjera para apoderarse del petróleo.La relación de la Argentina con Libia, donde estuvo en 2008 la presidenta Kirchner en una poco edificante gira que incluyó a los otros dos países donde ha habido revueltas, Túnez y Egipto, así como a Argelia, también en la cuerda floja, data de 1973. Ese año, el entonces ministro de Bienestar Social, José López Rega, participó en Argel por encargo de Perón de la reunión de la Conferencia de Países No Alineados. Khadafy, en realidad, había invitado a Perón mientras en la Argentina se sucedían los gobiernos de Héctor Cámpora y Raúl Lastiri.A su regreso, el fundador de la Triple A creó en el ministerio a su cargo la Unidad Operativa Libia. En 1974 viajó a Trípoli para impulsar el intercambio de alimentos por petróleo. Eran los tiempos del boom petrolero mundial, con precios astronómicos. Hubo una investigación parlamentaria sobre presuntos pagos no del todo claros y hasta se especuló con la...