Iglesias, un constructor de consensos

En unos pocos meses, Enrique V. Iglesias dejará de estar al frente de la Secretaría General Iberoamericana (Segib). Ser excepcional, Iglesias desarrolló un inmenso conocimiento de la región. Resulta toda una experiencia compartir un mano a mano suyo con cualquier líder latinoamericano, por su comprensión de la situación política, económica y social de cada país, y por su conocimiento de lugares recónditos y de hechos históricos o políticos que vivió o de los que guarda anécdotas. Pero lo que más sorprende es su capacidad para saber lo que la región siente y necesita. Combina conocimiento con lucidez intelectual, y un ritmo de trabajo que aun a los más jóvenes les cuesta seguir.

Arriesgaría tres características para definir su persona: su formación en el multilateralismo, su pensamiento político y económico pragmático y realista, y su capacidad de generar consensos; cualidades que se alimentan entre sí para generar una personalidad libre, amplia y universal.

En primer lugar, es un hijo del multilateralismo, en el que cree y al que defiende, y por eso se indigna cuando se imponen o discuten reglas que esconden doble rasero. Fue formado por el brillante, pero no menos polémico, Raúl Prebisch, que reclamaba una política de sustitución de importaciones compatible con la promoción de exportaciones no tradicionales para acelerar el desarrollo. En la Cepal, al frente de la que estuvo entre 1972 y 1985, dio cauce al pensamiento estructuralista latinoamericano y planteó la importancia de estudiar la problemática económica desde nuestras realidades y no importar doctrinas de los países centrales de modo acrítico, como se haría, en la región, años después. En 1981 fue designado secretario general de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre fuentes de energía nuevas y renovables, desarrollada en Nairobi, Kenya. Como canciller uruguayo presidió la Ronda Uruguay del GATT, organismo predecesor de la OMC, y después comandó durante casi dos décadas el BID; se constituyó así en el principal aliado financiero de América latina en los Estados Unidos y, por cierto, en el latinoamericano más importante en Washington.

Su pensamiento sobre las cuestiones económicas y políticas es amplio, sensato y equilibrado. Encuadra los problemas y las propuestas en una perspectiva sistémica y de largo plazo. En el discurso de despedida, que dio ante los jefes de Estado y de gobierno de Iberoamérica en Panamá, en octubre, dijo que una de las tres cosas que había aprendido en...

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