La ideología dominante y la detención mesiánica

AutorJosé Antonio Matos Contreras
CargoSociólogo de la Universidad Central de Venezuela
I Introducción

En el siguiente ensayo nos proponemos discernir sobre la concepción filosófica – política del escritor judío – alemán Walter Benjamín (1892 – 1940) en su obra “Sobre el Concepto de Historia” (1940), conocida también como “Tesis sobre Filosofía de la Historia”. Texto filosófico y político de una relevancia significativa en la reflexión filosófica de la historia, la política y de algunas ideas – fuerzas del siglo pasado como la ideología del progreso, la revolución, la utopía y la conciencia de tiempo, entre otras. De ahí la pertinencia e interés de la obra de Benjamín, cuyo estilo crítico nos brinda la posibilidad de replantear en la actualidad problemáticas que nos conduzcan a una reflexión. Tendremos como principal motivo de reflexión en la obra mencionada: Los aportes de Benjamín a la crítica de la ideología dominante, discerniendo sobre la relación entre las “ilusiones progresistas” o ideología del progreso y conformismo con respecto al avance de regímenes totalitarios (fascismo y nacionalsocialismo). Se considerará la tesis II, VI, VIII, XX y en especial la IX por ser representativas a nuestros intereses y a los límites de extensión que establece el trabajo.

En un primer momento realizaremos un breve comentario dilucidando aspectos relevantes sobre Walter Benjamín. Enfatizando sobre su actitud libertaria y de resistencia a las tendencias dogmáticas de su época. Por otro lado estudiaremos la Tesis IX y mencionaremos las señaladas anteriormente centrándonos en nuestro motivo de reflexión principal. Se considerará los análisis realizados por estudiosos de la obra como Michel Lowy, Stéphane Moses, Bolívar Echevarría, Michael Taussing y Stefan Gandler.

II

Los escritos realizados por Walter Benjamín tuvieron una gama diversa de influencias provenientes de la literatura, la filosofía y la religión entre otras. Sus inquietudes intelectuales hacia objetos no reconocidos y juzgados convencionalmente como de la filosofía pura. Lo llevó a acercarse a la religión, la literatura y la estética como lo demostró al realizar su tesis doctoral acerca del “Concepto de Crítica de Arte en el Romanticismo Alemán” (1920) y otros de sus ensayos (“Romantik”, “Diálogo sobre la Religión”, “Der Surrealismos”) en donde relevará su entusiasmo por el neorromanticismo, en el cual descubrirá una concepción del tiempo y de la historia diferente a la tendencia progresista reinante en su época.

“Benjamín opone la concepción cualitativa del tiempo infinito (qualitative zeitliche unendlichkeit) que se desprende del “mesianismo romántico” y para la cual la vida de la humanidad es un proceso de consumación y no sólo el devenir, al tiempo infinitamente vacío (Leeren Unenlichkeit der Zeit) característico de la ideología moderna del progreso (Lowy, 2002, 21).

También sintió una gran fascinación por el surrealismo, al reconocer su sensibilidad libertaria. “Desde Bakunin a Europa le faltaba una idea radical de la libertad. Los surrealistas tienen esa idea” (Benjamín citado por Lowy, 2006, 46). El surrealismo daría a la revolución la “Fuerza de la Ebriedad” (Benjamín). Además reivindica la dimensión imaginal presente en los sueños, las rebeliones y utopías. Por otra parte, su acercamiento a comunistas1 y antiestalinistas como Asja Lacis, Bertolt Brecht, Jean Selz, H. Brandler entre otros y sus intereses hacia las obras de Kart Marx y marxistas no dogmáticos, en especial G. Lukács y su “Historia y Conciencia de Clase”, le proporcionarían aportes significativos que articularía con el romanticismo y con el pensamiento teológico de los judíos. Éste último motivo de gran interés como afirma su amigo y editor después de su muerte Gershom Scholem.

“Tanto en cartas como en conversaciones retornaba Benjamín de manera incesante a las cuestiones judías, poniendo fuerte acento en el desconocimiento de toda objetividad, pero ocupándose con frecuencia, sin embargo, de la cuestión del judaísmo con intensidad propia y llegando a su núcleo. Gran parte de su correspondencia resulta un curioso testimonio de ello (Scholem, 2003, 30).

Benjamín elaborará una visión revolucionaria alejada del “marxismo vulgar” que se encontraba impregnado de positivismo y evolucionismo, en especial en su obra “Tesis de Filosofía de la Historia”.

III En la deriva

Walter Benjamín es un autor que se caracterizaba por su amplitud argumentativa al abordar una variedad de temas referidos principalmente a estética, crítica literaria, filosofía de la historia y filosofía social. Tal versatilidad lo hace un escritor “idiosincrásico” (E. Subirats), quizás la actitud denominada por los surrealistas como “deriva” sea lo que mejor caracterizó a Benjamín. Según Guy Debord, “las personas que se entregan a la deriva, renuncian por un período más o menos largo a las razones para desplazarse y actuar que les son generalmente habituales (…) para abandonarse a las solicitudes del terreno y los encuentros que en él se dan” (Debord, 1956). Esta manera irreverente de estar en el mundo, teniendo al “azar como brújula” (M. Lowy), no le resta mérito, por lo contrario reafirma esa libertad de espíritu que muchos estudiosos de sus obras le atribuyen.

A Walter Benjamín se le es considerado por varios pensadores (Adorno, Marcuse, M. Lowy, Habermas,…) como un exponente de un marxismo heterodoxo o de distanciarse de “cualquier concepción tradicional de la filosofía” (Adorno). En especial Michel Lowy encuentra en el pensamiento de Benjamín una originalidad que lo sitúa al margen de cualquier clasificación. “Es un crítico revolucionario de la filosofía del “progresismo”, un nostálgico del pasado que sueña con el porvenir, un romántico partidario del materialismo. Es en todos los sentidos de la palabra “inclasificable” (Lowy, 2002, 13). Jürgen Habermas ha señalado que es el pionero en separarse “del círculo de un pensamiento judío comprometido con la teoría del conocimiento y de la ciencia, y que después se desarrollaría de forma tan audaz explorando las dimensiones de la filosofía de la historia” (Habermas, 2000, 50). Se trata sin duda de un pensador cuyos escritos hacen gala de una libertad intelectual incondicional. Por lo dicho, no es casual que la figura del “flâneur”2 se haya convertido en una de las principales de sus estudios. Sus escritos nos invitan a un vagabundeo y a percibir ese “deleite desinteresado” que encontró en el surrealismo (El Surrealismo, La Última Instancia de la Inteligencia Europea, 1929) en la actitud del coleccionista (Eduard Fuchs) y en la Flânerie (El “Flâneur”). Por este motivo la filósofa Ana Arendt3 escribió en...

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