Identity and violence: The illusion of destiny.

AutorRodolfo Capón Filas

Amartya Sen, Identity and violence: The illusion of destiny, Norton and Company Ltd, New York, 2006

Los recientes ataques entre barras bravas de Huracán (23.06.2009) me hicieron recordar lo narrado por Amartya Sen: “Mi primera vivencia del homicidio tuvo lugar cuando tenía once años. Corría el año 1944. Era la época de los disturbios locales que caracterizaron los últimos años del Imperio británico, que terminaría en 1947. Vi a un desconocido con una hemorragia que sangraba profusamente cruzando a trompicones la verja de nuestro jardín y pidiendo ayuda y un poco de agua. Llamé a gritos a mis padres y fui a buscarle agua. Mi padre se lo llevó corriendo al hospital, donde murió a causa de sus heridas. Se llamaba Kader Mia. Los disturbios entre hindúes y musulmanes que precedieron la independencia abrieron paso también a la partición del país entre la India y Pakistán. Las matanzas estallaron de un modo dramáticamente imprevisto, y no dejaron de cebarse en la habitualmente pacífica Bengala. Kader Mia fue asesinado en Dhaka, por aquel entonces la segunda ciudad, después de Calcuta, de la unida Bengala, y que se convertiría, tras la partición, en la capital del Pakistán Oriental. Mi padre enseñaba en la Universidad de Dhaka, y vivíamos en un distrito de la vieja Dhaka llamado Wari, no demasiado lejos de la universidad, en lo que había sido durante mucho tiempo una zona hindú. Kader Mia era musulmán, y no había peor identidad que esa para los viles matones hindúes que se abalanzaron sobre él. Durante todo ese día de alborotos, cientos de musulmanes y de hindúes se mataron los unos a los otros, lo que iba a seguir ocurriendo día tras día” (pág.228).

El cultivo de la violencia

La violencia sectaria da rienda suelta a una brutalidad intensa. Proviene de una confusión conceptual que muta seres humanos multi-dimensionales en uni-dimensionales. “Soy de Boca” conlleva ritos que reflejan una mentalidad especial.

Las colas para comprar las entradas al clásico “Boca-River” debe ser vigilada por la policía a caballo para evitar posibles violencias no sólo verbales sino también físicas.

En el 2004 estaba en Berlín acompañando a mi hijo Santiago en un Congreso de Medicina. Mientras comprábamos los pasajes para Praga, observamos la estación casi “sitiada” por policías. Mi idea era que defendían la terminal de un posible atentado.No. Cuando pregunté qué pasaba, recibí como respuesta que esa noche se...

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