El grito del silencio

Todos vimos, hace no muchos días, un video que se hizo viral en el que una docente increpaba a un alumno en una escuela en La Matanza. Es en parte cierto que no podemos hacer una sentencia absoluta sobre las personas a partir de una situación y un vínculo por unos minutos grabados. Sin embargo, a veces, para muestra basta un botón.

Ser docente implica ser apasionado, alentar a la diversidad y enseñar que del error se aprende, por lo tanto nadie debe temer a hablar, opinar o pensar distinto. Es importante tener en cuenta que en la vida debemos convivir (y no sólo tolerar) con la multiplicidad de puntos de vista que a su vez nos enriquecen.

Un docente, como persona, se puede equivocar, tener malos días y ciertas debilidades. Ahora, lo que nunca puede suceder es que en el ámbito escolar o en cualquier hecho educativo su actitud produzca miedo, amedrentamiento, amenaza o desacreditación de lo que piensan y sienten sus alumnas y alumnos. Estas situaciones son inaceptables y no tienen atenuantes.

Un educador debe estimular la diversidad de ideas y aprovecharlas para promover la argumentación, la convivencia de la diversidad y poner foco en los valores y los principios que puedan unirnos pese a pensar distinto. Nuestras alumnas y alumnos deben sentir ganas de estar en la escuela y percibirla como un lugar que les permita generar intercambios, desafíos, y sorprenderse constantemente.

Cuando hablamos de adoctrinamiento, en cierto punto nos referimos a "el intento de un adulto de hacer pensar o modificar lo que sus alumnos creen, o instalar una mirada personal". No pueden sentir temor, vergüenza o creer que sus pensamientos podrían traerle...

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