Los gremios, entre el descrédito y el apego a la ley

MADRID (Para LA NACION).- El piquete uniformado de remeras rojas y jeans estalla en una consigna repetida a los gritos, con una potencia que hace vibrar las vidrieras de la boutique tomada por asalto en la Gran Vía, de Madrid. "Hoy no se trabaja ni se consume", vocifera, frente a empleados y clientes, aquel puñado de jóvenes de menos de 25 años, sector social donde el desempleo alcanza el 45%.Desde la misma vereda, la otra España le responde a través de una pareja de jubilados que pasa frente al local. "¿Por qué no emplean la misma energía en buscar trabajo o montar su propia pyme? ¡Son como los jefes del sindicato, banda de haraganes!", les gritan los jubilados de la última generación que logró retirarse a los 65 años.El intercambio termina con el alejamiento de la pareja y el fin de la "visita" de los afiliados de Comisiones Obreras (CC.OO.) al negocio.Ese debate que generó la escena sobre el papel del sindicalismo lleva ya varios años en España. Especialmente, desde que CC.OO. y la otra central sindical mayoritaria, la Unión General de Trabajadores (UGT), perdieron buena parte de su popularidad durante el último tramo del gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero, cuando el índice de desempleo empezó su escalada y las protestas gremiales se demoraron hasta la declaración de una forzada huelga general, en septiembre de 2010. Pero ya era tarde: la UGT, afín al Partido Socialista Obrero Español (PSOE), ya era percibida con desconfianza.El año anterior, el primer paso...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR