En una geografía del otro mundo

VILLA UNION, La Rioja.- En un lugar mágico, donde la naturaleza parece revelar su milenaria historia en cada una de las formaciones rocosas, se desarrolló la más nueva y atractiva de las pruebas del calendario local de carreras de aventuras: el Desafío Columbia Talampaya.

La singular competencia, de la que participaron unos 244 corredores y que tuvo como centro el parque nacional de esta localidad, estuvo dividida en dos disciplinas: mountain bike y cross country, con un recorrido de más de 90 kilómetros, para ser completado en dos jornadas.

En ese paisaje triásico, que hace 250 millones de años hubiera sido una escenografía natural perfecta para una película de Steven Spielberg, se programó una largada bien temprano, como para intentar escapar del agobiante sol riojano, que pega con dureza en esta ancha planicie colorada (sólo muy a lo lejos se veía cierto relieve montañoso que hacía suponer un cambio de terreno).

Las recomendaciones de la organización habían sido muy claras: no apartarse del sendero, ya que éste ofrecía un andar lento pero seguro, a salvo de las pinchaduras, uno de los principales problemas que debieron afrontar los deportistas. Fuera de él, había miles y miles de piedras de los más variados colores y formas, y restos de ramas secas con la forma y la consistencia de penetrantes agujas que parecían esperar el mínimo descuido de los competidores para provocar roturas. Por eso, la mayoría de ellos optó por cubiertas tubeless o por las blandas de kevlar.

Así, sin más preámbulos, los corredores se lanzaron a la aventura movilizados por una mezcla de fascinación y asombro que pareció acompañarlos durante las dos jornadas. Y a medida que los corredores fueron sumando kilómetros con sus bicicletas, la geografía empezó a aparecer de manera asombrosa: a la aridez y la planicie del lecho de un río, que hoy, por viejo, hasta resulta difícil imaginar cómo fue hace milenios, comenzaron a sucederles extrañas elevaciones multicolores que parecían flanquear el camino.

Tras los 15 km del MTB, le siguió el lugar conocido como la Ciudad Perdida, donde la sorpresa y admiración parecían ganarle la pulseada a la fatiga. En ese profundo cañadón, un sitio protegido y desconocido para los turistas, por donde atravesaron los corredores, el viento pareció tallar con calma e insistencia las caprichosas formaciones geológicas que se asemejan a restos de una ciudad olvidada y destruida por el tiempo, entre los que se puede ver edificios, castillos, y...

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