Genocidio y terrorismo de Estado en Guatemala (1954- 1996). Una interpretación

AutorCarlos Figueroa Ibarra
Páginas68-89
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Revista de Estudi os sobre Genocidio
Es el caso guatemalte co paradigmáti-
co de las enormes capacidades de violen-
cia que puede generar un Estado y un gru-
po dominante, cuando se ven amenazados
por la rebelión. A diferencia de países como
Colombia, en los cuales los victimarios son
diver sos, en G uatemala fueron la s agen-
cias d el Estado las pri ncipales res ponsa-
bles de la ejecución extrajudicial y desapa-
rición forzada de aproximadamente 200 mil
guate maltecos2. Si comparamos el caso
de Gua temala con los crímene s contra la
huma nidad que s e obs ervaron en o tros
países de América L atina durante el s iglo
XX, en términos absolutos y proporcionales
ese pequeño país centroamericano tiene el
dudoso honor de ocupar el primer lugar.
De acuerdo a los datos que nos d a la
Comissao de Familiares de Mortos e Des-
aparecidos Políticos y el Instituto de Estudo
da Violencia do Estado en Brasil, hubo “so-
lament e” 136 desa parecidos e n la época
de las di ctaduras militares , la mayor parte
de ello s en e l perío do que va de 19 70 a
19753. Un informe preliminar elaborado por
la Comisión Nacional de Protección de los
Derechos Hu manos en Honduras, re gistra
“solament e” 179 casos de desaparecidos
en el p aís en el per íodo que va d e 1980 a
19934. En el caso argentino, el informe ela-
borado p or la Comisión Nacional Sobre la
Desaparici ón de Personas, y q ue lleva por
título Nunca Más da cuenta de 600 casos
de secuestros registrad os antes del golpe
militar de marzo de 1976 y de 8.960 más a
partir de esa fecha y hasta 1983. La inmen-
sa mayoría de las desapariciones forzadas
en Argent ina se encuentran concent radas
Genocidio y terrorismo de Estado
en Guatemala (1954-1996). Una interpretación
Carlos Figueroa Ibarra1
1 Sociólogo . Profesor inv estigador del Instituto de C iencias Social es y Humanidade s “Alfonso Vél ez Pliego” de la
Benemérita Universida d Autónoma de Puebla. Autor de El recurso del miedo. Ensayo sob re el estado y el terror en
Guatemala, Edi torial Educa, San José Costa Rica, 1991. Tam bién de Los Que Siemp re Estarán en Ninguna Parte.
La desaparición forzada en Guatemala (1960-1996), Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla/Gru po de Apoyo Mutuo (GAM)/Centro Internacional para In vestigaciones en De-
rechos Humanos, México D.F., 1999.
2 Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado d e Guatemala (ODHA), Guat emala Nunca Más (4 Volúm enes),
Informe del Proyec to Interdiocesano de Recup eración de la Memoria Histó rica, Guatemala C.A.; Comi sión de Es-
clarecimiento Histórico (CEH), Guatemala Memoria del Silen cio (12 volúmenes), Guatemala C.A., junio, 1998; Ball,
Patrick; Kobrak, Paul; Spirer, Herbert F., Violencia institucional en Guatemala, 1960 a 1996: una reflexión cuantitativa,
American Association for the Advancement of Science (AAAS ) y Centro Internacional para Investigaciones en Dere-
chos Humanos, (CIIDH), Washington D.C., 1999.
3 Comiss ao de Fami liares de M ortos e De saparecidos Políticos y el Inst ituto de Es tudo da Vi olencia do Estado.
(CFMDP/IEVE) (1 995-1996), Dossie Do s Mortos e Desparecido s Politicos a partir de 1964, Companhia Ed itora de
Pernambuco, Goberno do Estado de Pernambuco 1995, Goberno do Estado de Sao Paulo, 1996.
4 Comisión Nacional de Pro tección da los Derechos Humanos (CNPDH ), Los hechos hablan por sí mismos. Inf orme
preliminar sobre los desparecidos en Honduras. 1980-1993, Editorial Guaymuras, Tegucigalpa, 1993.
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Genocidio y terrorismo de Estado en Guatem ala (1954-1996) . Una interpretación
en el período que abarcan los años 1975 y
19785. Estas 9.540 víctimas cuantifican ca-
sos documentados sobre todo en un lapso
de cuatro años de la década de los seten-
ta, es decir el lapso durante el cual se llevó
a cabo la “guerra s ucia” de car ácter con-
trains urgente po r las dic taduras mi litares
argentinas. En el caso argentino, los má s
de 9 mil casos registrado s son solamente
la ter cera parte de los 30 mil desapar eci-
dos que las estimaciones convencionales
le han asignado a dicho país.
En la apre ciac ión que se hace d el
geno cidio en Guatema la, no se tr ata de
repr oducir el s índrome que ha señala do
un estud ioso del g enocid io ar menio: la
victimizac ión genocida convie rte al propio
genoc idio en u na experi encia úni ca para
la v íctima6. En medio de su atroc idad, el
genocidio en Guatemala empalidece no di-
gamos a nte el genoc idio armenio y judío,
sino ante las experiencia s de la s egunda
mitad del s iglo XX: Irak ( 1988-199 1) con
180 mil, Uga nda (197 2-1979/1 980-1986)
con entre 400 y 500 mil víc timas, Sudan
(1956-1972) y Vietnam del Sur (1965-1975)
con simi lares cantidades , Pakistán (197 1)
con la muert e de en tre 1 y 3 millo nes de
personas, Ruanda (1994) con entre 500 mil
y un millón, y Kampuchea (1975-1979) con
entre 2 y 3 millones7.
Ante l o estremecedor de estas cifras ,
puede convenirse, sin embarg o, que con
un territorio de 108 mil kilómetros cuadra-
dos y una población que osciló entre 2 y 10
millo nes de ha bitantes duran te el tie mpo
que dur ó el conflic to interno (1954-19 96),
200 mil víctimas res ultan ser una cifra con-
siderable. L a más impor tante de América
Latina. He aquí una de las m otivacio nes
del autor para reflexionar sobre Guatemala
y una c ausa poderosa para que dic ha re-
flexión sea necesaria.
Violencia, terror, terrorismo de Estado
Mínimamente de finida, la vi olencia es
un acto de poder. Aunqu e no todo acto de
poder es violen to. La violenc ia es una ac-
ción qu e implica el uso de la f uerza física
o la am enaza de ella, para imponer la vo-
luntad de quien ejerce dicha fuerza física o
su amenaza, sobre aquel que es objeto de
dicha acción. La violencia es pues un acto
de dominación que expresa ya una relación
social, al menos entre aquel que la ej erce
en función de un objetivo de poder y aquel
que es víctima d e dicho eje rcicio. Pue sto
que la violencia es un fenómeno que siem -
pre ha ac ompañad o al g énero humano,
fácil es la te ntación de aso ciarlo a la co n-
dición humana. Pero existe otra respuesta
al o rigen de la vio lencia y esta e s que l a
misma es producto de una s ocialización .
La primera explicación parte del supue sto
de que e xiste una esenc ia humana, la se-
gunda tiene como supuesto el que dic ha
esencia tiene historicidad8.
Un p lanteami ento, di gno del sentido
comú n que a menu do se esgrime , es el
otorgarle a la violenci a una natur aleza de
“carácter a nimal”, es decir res abio irracio-
nal que nos aleja de lo humano. Nueva-
ment e nos encontr amos en este tipo de
argume ntación un pensamient o bastante
común: el transformar en natural lo que es
5 Comisión Nacional Sobre la Despari ción de Personas, (CNDP), Nunca Más. Editorial Univ ersitaria de Buenos Aires
(EUDEBA), Buenos Aires, 1996. Págs.16 y 298.
6 Dadrian, Vahakn N, “Configuración de los genocidios del siglo veinte. Los casos armenio, judío y ruandés” en Daniel
Feiernstein (compila dor), Genocidio. La administra ción de la muerte en la modern idad, EDUNTREF, Buenos Aires,
2005. Pág. 75.
7 Harff, Barbara “¿No se aprendieron las lecciones del holocausto?, Evaluando los riesgos de genocidio y matanzas
políticas desde 1955” en Daniel Feiernstein (Compilador). Genocidio. La administración de la muerte en la moderni-
dad. Op. Cit. Pág. 179.
8 Figueroa Ibarra, Carlos, “Naturaleza y racionalidad de la viol encia”, en Sergio Tischler Vizquerra y Genaro Carnero
Roqué, Con flicto, violenc ia y Teoría so cial. Una agen da sociológica. Universidad Ib eroamericana Go lfo Centro y
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2001. Pág. 16.

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