El futuro de Massa y del dólar, pendientes del FMI

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Después de que Sergio Massa frenara la corrida cambiaria a costa de usar las escasas divisas del Banco Central (BCRA), intervenir en el mercado de bonos y subir tardíamente en 10 puntos porcentuales las tasas de interés, su futuro inmediato como presidenciable y el del dólar vuelven a estar en manos del Fondo Monetario Internacional, cuando aún faltan tres meses y medio para las PASO y la incertidumbre alcanza niveles extremos tanto en materia política como económica.

Hace nueve meses, al hacerse cargo del Ministerio de Economía ampliado, el anuncio de cumplir el acuerdo con el FMI le había permitido superar las turbulencias que provocó la renuncia de Martín Guzmán y, a falta de un plan, contar al menos con una hoja de ruta macroeconómica. Pero su pecado fue entonces aceptar la condición de no devaluar impuesta por Cristina Kirchner, que derivó en el "plan Aguantar" solo para llegar a las PASO sin un estallido económico. Así, el endurecimiento del cepo importador y los múltiples tipos de cambio (selectivos, discrecionales o temporarios), con sus brechas y crecientes complicaciones para la actividad económica, se sumaron a la distorsión de precios relativos, la aceleración de la inflación y el deterioro del poder adquisitivo, sin despejar la expectativa de un salto devaluatorio creada por la falta de dólares en el BCRA y la abundancia de pesos.

Ahora Massa, como principal cara visible del desarticulado gobierno del Frente de Todos, enfrenta un revival de la secuencia padecida por el de Cambiemos en 2018: sequía en el campo, corrida cambiaria y urgente necesidad de un salvavidas del FMI para llegar a las elecciones. "El pasado vuelve al presente" diría CFK.

Con el impacto de la sequía, que este año resta unos 20.000 millones de dólares a la economía y desploma los ingresos del Tesoro por retenciones, debería admitir -de manera contrafáctica- que paga más costos políticos hoy que si en 2022 hubiera corregido discretamente el atraso cambiario con un programa coherente, en vez de recurrir a sucesivos parches para evitarlo. Nada que ver con su intención de apuntar a una economía exportadora.

No es su único problema. El Presidente pasó a dedicarse a funciones protocolares-administrativas y la vicepresidenta se muestra ajena a todos los desaguisados del formato de gobierno que creó en 2019 y atribuye invariablemente a culpables ajenos. Su "clase magistral" en La Plata consistió en recortar retazos de la historia económica de los últimos 20 años...

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