Fundamentos políticos y constitucionales de la Administración Pública en Cuba

AutorGrethel Arias Gayoso
CargoAbogada. Profesora universitaria
Introducción

Nuestra ponencia está dedicada al estudio de aquellos presupuestos políticos y constitucionales que se constituyen como fundamentos de la administración pública cubana. La categoría “fundamento” indica a las relaciones sociales que son punto de partida y determinan la esencia de una realidad social determinada, dicho en otras palabras, los fundamentos se constituyen como causa de manifestación de un fenómeno social, determinan por tanto sus singularidades y rasgo típicos como objeto independiente. Es así que indagar en los fundamentos de la Administración Pública implica estudiar las características más específicas de la Administración.

Fundamento: Principio y cimiento en que estriba y sobre el que se apoya un edificio u otra cosa.

Esta definición marcará el decursar de nuestro estudio, al indagar en los más elementales aspectos sobre los que se erige la Administración Pública en Cuba. En este primer momento nos hemos centrado en los fundamentos políticos y constitucionales, unos porque nacen de la esencia misma del Estado cubano y delimitan así la naturaleza de su administración y los segundos porque son el fruto de la constitucionalización, constituyendo fuente para la Administración y para el Derecho administrativo.

Entendiéndose así, que la Administración Pública se basa en el derecho y el deber públicos, llega tan lejos como el dominio del derecho público. La Administración Pública es esencialmente general, se extiende de modo uniforme sobre toda la sociedad, y a ella se debe; o lo que es lo mismo, la Administración Pública, caracterizada en buena medida como la actividad del Estado, tiene por objeto a la sociedad, para la cual labora en su perpetuación y desarrollo. Por consiguiente, dicha administración tiene su origen existencial, así como su legitimidad y justificación, en la perpetuación y desenvolvimiento de la sociedad.

I Fundamentos políticos y constitucionales de la Administración Pública en Cuba
I I Fundamentos políticos de la Administración Pública en Cuba

Los fundamentos políticos de la Administración Pública cubana han de ser entendidos como principios o criterios conforme a los cuales se construye y funciona todo el complejo estructural que integra a la administración y que realiza la dirección estatal. Cada una de estas ideas tiene formas concretas y perfectamente reales de manifestación, las que están condicionadas objetivamente y no pueden ser concebidas sino a partir de presupuestos determinados por una ideología y realidad social predominante.

En el caso cubano la Administración Pública se orienta por dos principios fundamentales desde que en 1976 quedó definido un nuevo régimen sociopolítico, y que son el reflejo de las influencias del modelo socialista soviético, ellos son el centralismo democrático, la unidad de poder y la legalidad socialista.

Con la promulgación de la Constitución de 1976 se asumió el Centralismo Democrático, que no es más que la combinación de la dirección centralizada con la más amplia participación de las masas y la población misma en las decisiones estatales. Implica la gestión de un centro único de poder, se asigna la concentración de la dirección en manos de los órganos centrales del Estado y la participación de las masas populares en la administración.

En un primer momento transitamos de un modelo excesivamente centralizado, el cual ha asumido matices descentralizados en diferentes espacios, sobre todo con la creación de órganos locales que posibiliten el conocimiento directo de las necesidades de las demarcaciones territoriales más alejadas del centro de poder.

El centralismo democrático se constituye como principio de trascendental importancia en la organización y actividad del aparato estatal socialista . La noción de conjugar la dirección centralizada de las cuestiones fundamentales por parte de los órganos estatales superiores con la iniciativa de los organismos locales y de administración, hace frente a la centralización extrema; esta centralización ha sido muy criticada alegándose que imposibilita la necesaria división e independencia de poderes entre sí, y que además desconoce y anula la existencia real de entidades locales, sustituyéndolas por las de creación formal de la ley, restringiendo cualquier iniciativa de carácter local, ignorando las condiciones concretas de cada territorio, así como que hace más lento el procedimiento y más dilatada la atención a los problemas presentados por la esfera local. Siendo así, la respuesta salta a la vista, la centralización confiere al conjunto generalidad, igualdad de derecho; la descentralización ofrece satisfacción a la diversidad, a las necesidades y a las costumbres locales. En principio, una y otra brindan elementos lo suficientemente apreciables para su instrumentación, el logro está en la combinación de ambas; las libertades públicas casi no pueden existir sin una gran medida de descentralización y autogestión. Una nación llega a la plenitud de su poder cuando sabe reunir sus fuerzas dispersas y las centraliza en una acción común . Es así que la descentralización puede convertirse en medio para lograr una necesaria centralización, sin negar los principios claves de cada una de ellas. La administración del Estado ha de estar más bien centralizada, la autogestión descentralizada.

Siendo así, la centralización que proclama el centralismo democrático no es total ni absoluta, sino que garantiza la posibilidad de que los órganos superiores controlen la aplicación de las resoluciones que de él emanan, así como la independencia e iniciativa en la base en la resolución de los asuntos de interés local . Por tanto la administración pública cubana se caracteriza desde un punto de vista orgánico por la existencia de un centro de coordinación y unificación, con la consiguiente concentración del poder de decisión y de la competencia que abarca todos los aspectos de la función administrativa, así como la designación de los funcionarios públicos. Este principio de centralismo democrático también fue incorporado del modelo socialista soviético, quien tuvo como principal exponente a Lenin. Al respecto afirmó: el centralismo democrático asegura la armonía y la unión absolutas en el funcionamiento de las distintas esferas de la vida social, de las distintas localidades y zonas del país, pero al propio tiempo implica la posibilidad, creada por vez primera en la historia, de desarrollo pleno y libre tanto de las peculiaridades locales, como de la iniciativa local, de la diversidad de caminos, métodos y medios para avanzar hacia el objetivo común.

Según el propio Lenin esta concentración de poder debe combinarse armoniosamente con la democracia para evitar las consecuencias de la absolutización de la centralización, debe permitirse por consiguiente la plenitud de poder de los trabajadores, su iniciativa en todas partes, el carácter...

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