Fronteras abiertas al crimen

Treinta informes elaborados por la Auditoría General de la Nación (AGN) durante los últimos diez años revelan las extremas debilidades que muestran nuestras extensas fronteras, como instalaciones aduaneras sin infraestructura, personal suficiente ni equipos adecuados, y con sistemas informáticos obsoletos.

A ello se suma la falta de articulación de las aduanas con las fuerzas de seguridad, conformándose de esa manera un panorama de asombrosa desprotección que favorece el ingreso y egreso de drogas, contrabando y delincuentes. En una palabra, una situación ideal para la labor de las bandas del crimen organizado.

A esta altura es ingenuo creer que esta dramática realidad sea obra de la casualidad o de la simple ineficiencia. En realidad, estamos ante una clara complicidad de las autoridades nacionales con el crimen, concretada como resultado de una política coherente que, si bien se remonta a la década de 1990, adquirió mayor intensidad en los últimos diez años sin que se vislumbre ninguna corrección en el rumbo suicida de mantener la extrema porosidad de nuestras fronteras.

El informe elaborado por el organismo de contralor que preside Leandro Despouy se basó en auditorías que se llevaron a cabo en la Dirección General de Aduanas; la Dirección Nacional de Migraciones; la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), la Policía de Seguridad Aeroportuaria y la Gendarmería.

Según Despouy, "nuestras fronteras presentan enormes debilidades que facilitan el narcotráfico y el crimen organizado. La gravedad de este fenómeno en el último tiempo se profundizó de manera alarmante".

Fueron los empleados de los organismos inspeccionados quienes informaron a los auditores de la AGN acerca de las graves fallas y la crónica falta de recursos para subsanarlas.

Hace ya varios años que en esta columna señalamos con preocupación creciente que nuestras fronteras carecen de controles y que se trata de una debilidad fomentada. La persistencia de esta indefensión pone de manifiesto la complicidad de nuestras autoridades, que se ve reconfirmada si tenemos en cuenta que la Dirección General de Aduanas -hoy bajo el mando de un hombre que depende de Jorge Capitanich-funciona dentro de la AFIP, poderoso organismo que en la última década llevó adelante una fuerte política de recaudación y altísima presión fiscal que, por lo visto, no se ha invertido para mejorar el control aduanero.

Como informó LA NACION, la...

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