Una fiesta descomunal

Es la rara intimidad que sólo puede provocar una amistad de años. Todo se ha desvanecido en la sala colmada: el aplauso ligeramente contenido con que fueron recibidos apenas ingresaron en el escenario, mezcla de reverencia y agradecimiento; el fervor que celebró el fantástico Mozart que abrió el programa; el festejo ruidoso y sin pudor, cuando estaban ya colmados los espíritus y enrojecidas las palmas de las manos, que premió el bailecito de Carlos Guastavino, sello inmejorable para el reencuentro de estos dos colosos en Buenos Aires en el que, sin duda, se constituyó en el gran acontecimiento de este año musical.Todo quedó en suspenso, como ocurre en los mejores films cuando el sonido desaparece y entonces quedan para el espectador las imágenes en silencio con su devastadora potencia emocional. Apenas concluyeron el Andante y las Variaciones de Schumann, el primero de los bises, Daniel Barenboim estalló en una sonrisa desembozada, como un niño, tomó la mano derecha de Martha entre las suyas y la besó.Fue un gesto breve de ternura, aunque no el único, tantas fueron las muestras de cuidado que le dedicó el maestro a la pianista. Un modo de sellar una amistad de mucho tiempo y el reencuentro de ambos –durante muchos años demorado, y por eso tan conmovedor– en la ciudad donde transcurrió su niñez y donde ambos soñaron el futuro.En esos instantes mínimos y secretos, parecían estar un poco a solas, ajenos al creciente regocijo que los rodeaba. En el Schubert a cuatro manos, fue tanta la familiaridad –el ligero roce de las manos, las miradas furtivas de complicidad, el brazo izquierdo de Barenboim apoyándose en la banqueta y, casi, rodeándola a ella en una actitud entre protectora y amorosa–, tanta la fluidez de la interpretación mancomunada, que ambos parecieron habitar un mismo cuerpo.Estaban cómodos los dos, Barenboim pura autoridad y al comando de todo, entregado en algún pasaje a alguna muestra de muy buen humor; Argerich algo etérea, una presencia sutil sobre el escenario y luminosa en su extraordinaria y singular belleza.A la memoria de algún oyente vinieron escenas de otro tiempo, sobre todo...

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