La ficticia verdad de Sally Bowles

Un amante de la literatura, el cine o el teatro que sea memorioso reconocerá inmediatamente de qué se trata esta nueva creación de Dennis Smith, el reconocido creador de Negra y Boyscout, que gira en torno a un personaje clásico de la ficción del siglo XX: Sally Bowles, la gran y compleja Sally Bowles, la protagonista de Cabaret.

Esta nueva experiencia de Smith dialoga en algunos puntos con esos dos espectáculos anteriores suyos, aunque también se autonomiza de ellos. Él ha desarrollado parte de su estética jugando permanentemente con los límites entre la ficción y la realidad. No para hacer biodramas o teatro documental, pero sí para jugar con esa idea. Poco sabrá el público de él y de la autenticidad de la historia. Pero dada su eficacia interpretativa tendrá la sospecha de que al menos algo de ella es real. Si su abuela murió y sus cenizas fueron llevadas a Miami (como en Negra), o si de niño sufrió una escena de bullying en un campamento scout (Boyscout) nunca lo sabremos. Pero sin embargo sobrevuela en la ficción un aroma a verdad.

En esta nueva experiencia, Sally,una farsa, esta situación viene determinada por la matriz misma del espectáculo: Sally Bowles es ese ya mítico personaje presente tanto en la literatura, como el cine y el teatro. Para muchos inmortalizado por Judy Dench o por Liza Minelli, para otros representado en la novela original de Christopher Isherwood, quien se basó para su escritura en un personaje real a quien él conoció y que le sirvió de inspiración. Pero la relación entre la mujer original y su personaje aparentemente no fue muy buena, al punto tal que Jean Ross, la original, nunca se reconoció en su alter ego Sally.

Ficción y verdad, ése parece ser el juego. Y aquí, en el texto que escribe Dennis Smith, asistido por el director Alejandro Ibarra, la situación no parece ser muy distinta ya que ellos se han dedicado a imaginar, ahora sí ficticiamente, cuál habrá sido el pasado de Sally antes de llegar a Berlín. Y esa búsqueda ficticia en el pasado de un personaje, en sí mismo y como tal inexistente, sirve de materia para ofrecer un espectáculo que permanentemente se denuncia como relato más allá de que los artistas buscan, con éxito, trabajar desde cierta idea de verdad.

«Para mí Sally siempre fue un personaje muy interesante -cuenta Dennis Smith. De hecho, ya antes de ponerme a escribir sobre ella a mí me parecía interesante su locura, su delirio, su mentira. Así fue que hice una suerte de «recital performático»...

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