El festejo por un premio que no fue

Eran las 20.30 de un domingo bastante particular. La entrada del hotel Intercontinental, un mar de nervios. Es que allí, en las Terrazas del Virrey, casi todo el equipo de Relatos salvajes -que no fue a la ceremonia en Los Angeles- se reunió para ver la tan ansiada entrega de los Oscar.

Desde temprano, entre champagne, abrazos, copas de vino y gritos se daban la bienvenida a medida que iban llegando a este evento privado. La primera fue Rita Cortese, que con una sonrisa de oreja a oreja se bajó de un taxi alrededor de las 21. "Estoy expectante, muy contenta y con ganas de ganar. Ahora me puse nerviosa porque los demás están excitados y yo me contagio", dijo entre risas. De inmediato, María Onetto entró a las apuradas y ya sobre la hora apareció Leo Sbaraglia. "Vengo del cumpleaños de mi hija", decía en voz alta. Cortese salió a recibirlo con una copa de champagne en la mano. "Empezamos brindando y esto es una indirecta de lo que se viene. Venga el premio o no, esto ya es un festejo. Si gana, mucho mejor, pero ¿qué más puede pasar? Ya está", dijo el actor.

Cuando se acercaba la hora del inicio de la ceremonia todos ingresaron al sector preparado especialmente para la ocasión. Una pantalla gigante era la reina del lugar y todos se sentaron en frente, recreando una sala de cine. Cerca de las 23, Nicole Kidman y Chiwetel Ejiofor subieron al escenario para presentar la terna, lo que generó una ola de gritos en el símil auditorio. La ansiedad, los nervios y la adrenalina se sentían a flor de piel. Algunos de la mano...

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