El experimento de cambiar iris por tokens

El conocimiento es poder. Esta frase, atribuida al filósofo y escritor inglés Francis Bacon, es repetida desde antaño bajo la pauta de que a mayor información que se posee sobre una persona, mayor poder se ejerce sobre ella. El principio ha sido explotado por el marketing tradicional y potenciado por las redes sociales, cuyo negocio estructural supone monetizar la información que proporcionan sus usuarios con publicidad dirigida.

Las redes sociales y los buscadores de internet procesan y tratan la información proporcionada por sus usuarios (o terceros) para ofrecerles publicidad (lógicamente paga), relacionada con sus preferencias, sus gustos y sus necesidades. Este hecho es fácilmente comprobable: si el lector busca un pasaje a Miami por Google o postea alguna imagen personal en Instagram disfrutando de un daiquiri en Palm Beach, seguramente recibirá, en pocos minutos, abrumadora publicidad con ofertas de pasajes aéreos, hoteles situados en la zona y aun algún crucero que le proponga unos días de paseo por el Caribe.

Incluso si decidimos hablar de un proyecto de viaje con algún amigo, celular sobre la mesa, seguramente podremos comprobar el mismo resultado con fundada duda sobre si nos están escuchando (y sí, lo están). Este modelo de negocio supone ejercer poder sobre la información personal para vender a los usuarios lo que están deseando, y el deseo se termina pagando. A esta altura, nadie puede sorprenderse ante este formato de comercialización de bienes y/o servicios que impera en la actualidad y que se basa en nuestros datos personales, en nuestra información personal, en nuestros deseos y elecciones.

Ahora bien, la cosa puede complicarse cuando los jugadores del negocio van por más , esto es, cuando ya no se conforman con conocer si preferimos una cerveza mexicana o una de marca nacional, sino que pretenden bucear en nuestros datos sensibles vinculados, por ejemplo, a la salud, a nuestras enfermedades y a nuestro historial genético. Al respecto, nuestra ley de protección de datos personales establece que ninguna persona puede ser obligada a proporcionar datos sensibles (como los vinculados a la salud) y que dicha información solo puede ser recolectada y tratada cuando medien razones de interés general autorizadas por ley o con una finalidad estadística y/o científica, siempre que sus titulares no puedan ser identificados (artículo 7 de la ley 25.326), con la excepción contemplada para establecimientos sanitarios y/o profesionales...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR