El error estratégico de tercerizar la seguridad pública

El cambio en la política de seguridad deportiva porteña tendría una falla de origen: la creación de un doble comando. El Ministerio de Seguridad propone como medida la combinación de fuerzas policiales y agentes privados. Choca eso con la limitación primaria de la transmisión de órdenes. Ese esquema colocaría a guardias privados bajo cargo del comando de operaciones policiales o, peor aún, al jefe de la custodia de un club en igualdad de condiciones con el encargado público del control. Eso es inevitable si se pretende una coordinación de esfuerzos y una transferencia de responsabilidades a los clubes. Traería así muchos problemas.El fútbol y su carga de violencia simbólica y real no puede ser considerado como un recital de rock. Así lo marcan los antecedentes de muertes en las canchas. Apoyarse en guardias privados es buscarse sin sentido un dolor de cabeza. Los barrabravas están dentro de los clubes. Es la realidad. Los políticos los cobijan. La policía los protege. Por complicidad o ineficiencia. Y los dirigentes declaman en contra de los violentos, pero no los alejan. ¿A quién...

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