EE.UU., Venezuela y Ecuador, una línea de fractura en la mirada argentina de la región

Cuando los funcionarios del Departamento de Estado recién se habían sentado para iniciar la charla, Sergio Massa los sorprendió con una frase para distender el clima: "No les vamos a secuestrar más valijas". Entre las risas nerviosas sobrevoló el fantasma del alicate de Héctor Timerman en Ezeiza, símbolo de la pésima relación de Cristina Kirchner con Washington. "El pasado es el pasado", reforzó el visitante, que conversó con el establishment político y económico de Estados Unidos como una suerte de delegado informal de Alberto Fernández.La indicación que bajó el candidato peronista fue "reordenar la relación" con el gobierno norteamericano, un concepto que remite al pasado kirchnerista y no al amigable lazo que construyó Mauricio Macri, primero con Barack Obama y después con Donald Trump. "El vínculo con Estados Unidos es demasiado sensible como para que caigamos en ideologismos inconducentes", reflexionó uno de los hombres del entorno de Fernández. Como señala el académico Federico Merke, "la política exterior del Frente de Todos será el resultado de la interacción entre sus preferencias, las herencias y las restricciones. Y temo que las dos últimas les dejarán poco margen a las primeras". El gran interrogante para esta mirada pragmática es Brasil, con el que la conexión luce definitivamente apagada desde que Fernández visitó a Lula en la cárcel y se cruzó verbalmente con Jair Bolsonaro. El sueño albertista de reconstruir una política regional como la de la década pasada no cuenta hoy con los socios necesarios. Le resultará complejo reeditar una dinámica como la de la extinta Unasur.Felipe Solá, el probable canciller si gana el peronismo, apoya convencido la realpolitik en la relación bilateral con Estados Unidos por la obvia razón de que Trump es la llave de cualquier renegociación con el FMI. Entabló un diálogo fluido con el nuevo responsable de la Sección Política de la embajada de EE.UU. en la Argentina, Christopher Andino, quien llegó al país hace un mes y apunta a ser el nexo operativo con la delegación que encabeza el embajador Edward Prado.En paralelo, Massa viene trabajando desde hace tiempo con Rudolph Giuliani, el exalcalde de Nueva York que además de abogado de Trump (hoy con problemas judiciales por el Ucraniagate) actúa como un "consiglieri", un canciller paralelo e informal de la Casa Blanca. De sus interlocutores políticos en Washington Massa percibió una voluntad de colaboración con un eventual gobierno de Fernández, en...

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