La difícil decisión de Cristina

Tiros, zapallitos y pan rallado. Ésas fueron las palabras con las que tropecé el lunes cuando un taxista, un vecino y un empleado bancario me preguntaron cuáles eran las razones de la tremenda derrota electoral que sufrió Cristina Kirchner. Fue un día de trámites y de reuniones en cafés de Buenos Aires, y la gente estaba ansiosa porque los periodistas le explicáramos al paso el resultado de las urnas. Los periodistas presumimos de entender la política, pero muchas veces caemos en los mismos vicios que el Gobierno: hablar sólo de batallas culturales, discursos ideológicos e instituciones manoseadas. "El sábado un kilo de zapallitos me costó cuarenta pesos", me dijo el bancario interrumpiéndome la verborragia. Lo mismo hizo el taxista: "Una bolsita de 250 gramos de pan rallado cuesta diez pesos, jefe. La harina es tan cara que las panaderías no tienen descarte; el pan es un artículo lujoso en este país". El vecino me contó que su familia política había sido baleada durante una entradera. "Fue en La Matanza, se salvaron de milagro. Eso pasa todos los días sin que a nadie se le mueva un pelo, pero la cosa se vuelve peor cuando abajo hay mishiadura ".

Abajo hay mishiadura porque aumenta el desempleo y la precarización, caen las ventas y se consolida la marginalidad; porque los salarios crecen por debajo de la inflación y porque ese cruel impuesto destruye la capacidad de compra y ahorro del hombre de a pie. Ese hombre sin ideología padece silenciosamente los castigos de una economía trastornada. Si alguna vez vivió una fiesta acotada del consumo, la fiesta terminó. Y todo esto le produce un gran malestar inespecífico. Desde ese malestar la mirada se vuelve hiperrealista: los actos de corrupción cobran dimensión de escándalo insolente y la agenda del poder demuestra ineptitud e insensibilidad. Por agenda, entiéndase "democratización" de la justicia, pacto con Irán, ley de medios, verba setentista y otros entretenimientos del "capital simbólico". "Son marcianos -agregó mi vecino. Nos pasan cosas graves y ellos hablan de temas incomprensibles."

Es posible que la Argentina no marche hacia un crac económico. Pero hoy experimenta de hecho un crac en cámara lenta, un deterioro servido en fetas, un laberinto financiero de imprevisible desenlace. Éste es el centro del problema. Agujero fiscal, emisión creciente, escalada inflacionaria, retraso cambiario, pérdida de la competitividad, caída de las reservas, desplome de la soja, cero inversión y un flanco...

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