La dieta que nos hace sentir bien

Pablo Fermani en "Museo de lo efímero"

Así como recomiendan carne roja dos veces y blancas, tres, frutas y verduras sin límites y lácteos todos los días de la semana, para muchas personas lo saludable incluye además el equilibrio de una dieta cultural, que al fin y al cabo es como alimentarse, pero de otra forma. Sería encontrar una proporción semejante a la de las proteínas y los hidratos, pero entre libros y música, visitas a museos o salidas al teatro. Afortunados, los que no sufrimos la falta de alimento atravesamos este largo año de pandemia entre ajustes (y desajustes) gastronómicos -del boom de la cuarentena gourmet y el desafío de transformarnos en chef a esa abulia final producto de tanta oda a la harina- y ahora vivimos cada vez con más satisfacción la normalización de un régimen que se va abriendo a todas las artes. "¡Panza llena, corazón contento!", pensé cuando advertí de un vistazo sobre mi planner que había recuperado el ritmo de cuatro espectáculos en siete u ocho días -me refiero a "presenciales", no de los otros, porque ahora hay que aclarar que cuando uno va, va, y no que está, pero no está-. Excepto por el último de ellos, cuando con mi hija de diez aplaudimos a rabiar la función del homenaje a Hugo Midón , en el anfiteatro del Parque Centenario, en el resto de los casos salí con mi amiga soledad: cuánto extrañaba también disfrutar de la propia compañía. Fueron días de reencuentro en varios sentidos, un espejismo de normalidad.

El hecho no es solamente volver a las salas, se trata de recuperar la inquietud y el ritmo, la energía y el combustible para la reflexión, la conversación, la discusión que sobreviene a cada experiencia. Hay todo un metabolismo. Tampoco es igual la sintonía, por ejemplo, en la que se vuelve un domingo después de hacer un recorrido al aire libre por el Museo Isaac Fernández Blanco tras los pasos de media docena de performers salidos de un libro imaginario, que el tono de las preguntas que resuenan en el auto de regreso a casa después de ver una nueva versión de Giselle . ¿Qué nos quiere decir hoy el fantasma de todas esas novias muertas, más viscerales que feéricas?

Volviendo al Museo de lo efímero , aquella intervención en los jardines del Fernández Blanco, creo que hay algo encantador en la imagen de recorrer el "atlas de nuestros humedales y desiertos" que me subió enseguida al viaje. El trabajo coreográfico de Andrea Castelli llevó en cada "función" del FIBA a una veintena de personas a...

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