El diálogo.

AutorFranklin Obarrio
El diálogo

El diálogo es sin duda una forma del amor. No porque sí en su primera encíclica Paulo VI dedicó al diálogo un largo capítulo (Ecclesiam Suam, III). Era el año 1964 y la Iglesia se preparaba en el Concilio Vaticano II para amar mejor a los hombres, ahondando en la conciencia de sí misma. renovándose interiormente para hallar su “renaciente juventud” e invitando a un diálogo profundo con el mundo.

En el diálogo hay una actitud de desprendimiento; los que saben dialogar se exponen, quedan como despojados libremente de los ropajes con que, a veces, la polémica o la erudición ahogan la palabra,

Por el diálogo, también, se busca una especie de plenitud que se adivina lograda en la comunión de los espíritus.

Podemos así definir el diálogo como la comunicación a través de la palabra, en tanto por él se hace al otro partícipe de lo que uno tiene, y es la palabra, herramienta fundamental de la cultura, el vehículo de esa comunicación.

Caracteres del diálogo

La claridad, la cordialidad y la afabilidad son caracteres del diálogo que debemos incorporar a nuestra práctica política.

También, el diálogo será confiado. La confianza que se manifiesta por el diálogo lo acompaña en su ejercicio por razón de identidad. Se ausenta la confianza cuando no hay diálogo y el coloquio se hace acartonado, excesivamente cauto o meramente formal, cuando no hay confianza. Esta confianza tiene como dos polos. Confianza en la propia palabra y confianza en la disposición del otro para acogerla (Ecl. Suam III).

Finalmente el diálogo ha de ser prudente, aunque no medroso. Esa prudencia lo orientará a saber cuándo se debe hablar, qué se debe decir y cómo decirlo según a quién vaya dirigida la palabra. Esta prudencia no es un ejercicio difícil si la palabra se profiere desde la verdad.

Habría muchas cosas que decir del anti-diálogo, de los incansables monologuistas, de la logomaquia, del sarcasmo y de tantas formas de nuestro uso y abuso ciudadano o autoritario de la palabra. Preferimos sin embargo omitir lo negativo. Sólo recordamos que será menester desterrar las formas condicionantes del diálogo, ya sea se verifiquen por el ejercicio abusivo de toda autoridad o por la limitación de la libertad en el uso de los medios de comunicación.

Sobre qué cosas dialogar

Necesitamos los argentinos dialogar. ¿Cuál será el objeto de nuestro diálogo?

La coyuntura –esta...

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