Desvelada. De Kensington a Tombuctú

Homenaje en placas azules. Son una tradición en la capital inglesa, hay más de 900 en antiguas construcciones y recuerdan a diferentes personalidades, como T.S. Eliot, que vivió en este edificio entre 1957 y 1965

Hay que bajar cuatro empinados (y bastante traicioneros) escalones para tomar la calle que lleva a la estación de subte de High Street Kensington a unas cuadras o a unos pocos minutos de caminata desde donde nos estamos quedando. Me gusta que tanto los amables vecinos, los ocasionales transeúntes y hasta los mapas interactivos indiquen no tanto la distancia sino los minutos de caminata. Porque todos sabemos que pocas cosas son más sagradas para un inglés que la puntualidad.

En el final de este mismo edificio de ladrillos (el más antiguo de Kensington), una placa azul me recuerda que T.S. Eliot vivió acá, un señor que para mi sorpresa no era inglés. Nacido de una familia yankee en St. Louis, Missouri, se naturalizó británico recién en 1927. Me pregunto si desde su departamento, el número 3, tendría la misma vista que tengo yo ahora desde mi ventana y si habrá tenido problemas para bajar estos mismos escalones mientras vivió en el edificio, desde 1957 hasta el 65, año en que murió. Me desilusiona un poco saber que no fue acá que escribió La canción de amor de J. Alfred Prufrock , el primer poema que leí de él y de alguna forma el comienzo de esta relación que mantenemos hace ya más de treinta años. Pero tiene sentido, la elegante Kensington no se parecen en nada a esas calles medio desiertas y hoteles de una sola noche (o hasta unas pocas horas) a las que se refiere en su poema.

Las placas azules son una tradición en Londres ; un proyecto que comenzó en 1866 con una primera placa, conmemorando el lugar donde vivió el poeta Lord Byron , en Holles Street, una casa que sin embargo fue demolida unos años después. Hechas a mano en cerámica, pintadas de azul y de unos casi 50 centímetros de diámetro, se las encuentra en edificios grandes y pequeños. Las más de 900 placas colocadas a modo de homenaje unen a hombres y mujeres del pasado con los lugares del presente. Es condición para su colocación que los edificios estén aún en pie y si bien las placas no son garantía de conservación, pretenden al menos que alguien se detenga a pensar en la importancia de esos lugares en los que se escribió un pasado.

Las placas azules son una tradición en Londres; un proyecto que comenzó en 1866 con una primera placa, conmemorando el lugar donde vivió el...

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