La despedida cuesta más de lo previsto

Mauricio Macri empezó a inquietarse ya en la antesala, mientras aguardaba que Cristina Kirchner lo recibiera. ¿Cómo lo hacía esperar siendo ella la dueña de casa? Fueron cinco minutos que en la mente de un ingeniero se parecen a la eternidad. El líder de Cambiemos es extremadamente puntual; la Presidenta, todo lo contrario. Esas dos cosmovisiones chocaron el martes pasado en la quinta de Olivos. La jefa del Estado no quiso fotos. No habrá casi ninguna acreditando el traspaso del poder de un funcionario nacional a otro.

A Macri le llamó la atención que ella dedicara parte de ese breve encuentro a contarle el modo en que pretende ser despedida: con los militantes en la calle.

Esa convocatoria es desde entonces el gran tema de conversación del futuro gobierno. Hebe de Bonafini terminó ayer de encender la inquietud generalizada, cuando anunció para el día de la asunción del nuevo presidente una "marcha de la resistencia" en la Plaza de Mayo. "Tenemos un enemigo peligroso", definió. Por lo general, en una ceremonia de traspaso presidencial, la participación del jefe de Estado saliente se limita a entregarle la banda al entrante. Pero todo parece distinto esta vez. Por lo pronto, la manifestación callejera promete estar dividida.

Al macrismo le bastó esta semana para entender rápidamente el descomunal esfuerzo que supone para Cristina Kirchner abandonar la Casa Rosada. Lo advierten tanto los dirigentes a quienes no se les han abierto las puertas de sus futuros ministerios como aquellos que tuvieron mejor suerte, pero que ven a los funcionarios salientes sobreactuar lealtad. "Si me hubiera dicho que no Cristina, habría declinado", dijo ayer a Lino Barañao a radio La Red, consultado sobre su continuidad en la próxima administración. Aníbal Fernández volvió a superar en fervor a todos: aclaró que su reunión con Marcos Peña se hacía "por expresas instrucciones de Cristina". En las carteras menos expuestas, la transición ordenada forma parte de negociaciones por el personal kirchnerista que intenta quedarse. Y en áreas como las de seguridad prima además la responsabilidad: el temor por lo que pueda ocurrir en la calle el día del acto es compartido.

El kirchnerismo sufre en estos días no sólo una implosión por la derrota electoral, sino también un trastocamiento institucional inherente a la retirada. Es curioso: mientras desde el poder se definió siempre a sí mismo casi como minoría en combate frente al "poder real" de las corporaciones, pretende...

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