Los desocupados de Puerto Nuevo

AutorRoberto Arlt

El cronista está mareado. Tiene la impresión de que se ha metido en una cárcel. Cierto es que el sol entra por la ventana, que el cigarrillo humea entre los dedos, cierto que él no necesita preocuparse de esos problemas, él no tiene que cargar bultos, ni andar descalzo en un saladero, ni cargar fardos de carne de setenta kilos. No. Él gana en una hora de escribir pavadas, lo que estos hombres ganan en un día de correr bajo el control de un reloj, y los gritos de un capataz defendido por los máusers de la policía del frigorífico y los máusers de la policía del Estado.Y el cronista se dice :-¡A qué he venido? ¡Esto es peor que una cárcel! ¡y ellos aguantan!...Y si no aguantan, policías, periódicos, todos gritan a coro: "son hombres de ideas subversivas". El cronista chupa su mate en silencio...

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