Democracia y derrota

AutorPoirier, José María - Ryan, Romina

Tomando prestado el título del último libro de Julio María Sanguinetti, “Agonía de la democracia”, y ya que muchos piensan que los argentinos vivimos en permanente agonía política ¿cómo ve el presente pre-electoral?

– Hay una diferencia sustancial entre la agonía de la democracia que describe Sanguinetti, la acosada en los años setenta por la violencia organizada de sectores guerrilleros que no querían la democracia sino la alternativa de un régimen como el que mostraba Cuba en ese momento, faro de la revolución latinoamericana, y la situación de la democracia argentina hoy.

La nuestra presenta signos de fatiga complicados en el nivel de la dirigencia y en el de las instituciones en general. Pero no corramos el riesgo de envolvernos en palabras altisonantes. El gobierno fue quien disparó este escenario de todo o nada, de yo o el caos, pero creo que debemos preservar una mirada fría sobre la realidad, sin eludir convicciones, que nos permita ver los hechos con objetividad. Estoy convencido de que la democracia no corre riesgos como sucedió en la década del ’70, la peor del último medio siglo. Tenemos, eso sí, que explorar a fondo el tema de la fatiga: el gobierno tiene militantes y dirigentes esclerosados. Nació en 2003 como un gobierno de la militancia de la JP que recuperaba el poder luego de la expulsión que sufriera con Perón en 1974, y que planteaba una revisión integral del pasado de los setenta.

– ¿Por ejemplo?

– Al no reconocer la responsabilidad de la violencia guerrillera en la crisis del régimen democrático; o al afirmar que la violencia guerrillera pretendía una democracia, cuando es falso…Un replanteo del pasado cercano del país y de la política económica de Carlos Menem, que el gobierno de la Alianza no supo modificar aunque pretendió hacerlo con una política fiscal más equitativa, finalmente devorada por la depresión de la economía. Esta militancia, a medida que avanza el ciclo kirchnerista, se encapsula en la dirigencia típica del peronismo, cristalizada en gobernadores de provincias chicas, como Formosa o La Rioja, que gobiernan con criterios feudales, hegemónicos y reeleccionistas, y las poderosas “baronías” del Gran Buenos Aires, intendentes que aplican los mismos criterios de dominación hegemónica. El kirchnerismo representa hoy esa dirigencia vetusta que sigue teniendo capacidad para ganar el voto, sobre todo en el segundo cordón del Conurbano.

– ¿Y las candidaturas testimoniales?

– Son un signo más de declinación institucional. Pueden analizarse como la fotografía instantánea de un escándalo institucional o como la culminación de un proceso. Si las consideramos con perspectiva histórica, son un eslabón más de una larga cadena de degradación institucional: las testimoniales llegan después de seis años de legislaciones de emergencia y de decretos de necesidad y urgencia; después de socavar las bases del federalismo, eliminando la coparticipación federal y sustituyéndola con un método arbitrario centrado en el Poder Ejecutivo, en “el príncipe” que dispensa favores. El problema es que la Argentina, en estos 25 años de democracia, no ha hecho aprendizaje institucional sino declinación. El panorama además se complica porque Néstor Kirchner ha planteado esta elección intermedia como un plebiscito y necesita recurrir a todos los resortes...

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