David, Delpo y los gestos

La antinomia Nalbandian-Del Potro suma capítulos de toda clase, entre los que predominan los voluntarios y los accidentales. Y disparan la polémica fuera de los courts, entre la gente, con divisiones exacerbadas. Por esa razón, aunque por entusiasmo todavía se sueñe con la Davis, obtener la Ensaladera suena cada vez más a utopía.Se trata de una característica, la de los enconos, con la que el tenis argentino está lamentablemente consustanciado. Un Masters 1000, un Grand Slam, se gana aunque "el otro" esté en las antípodas de pensamiento, de procederes, de ideales. Una Copa Davis es más difícil: se gana en equipo y no siempre alcanza con tener un gran jugador, más un grupo que acompañe. Si no, la Argentina la habría conquistado con Vilas, pero invariablemente ese tercer punto que se necesitaba para decidir una serie era un tormento. Cuando apareció Clerc, superando incluso en el ranking a Vilas, y la lógica marcaba la sentencia del "ya está, ahora sí es nuestra" , los egos y las disputas derrumbaron toda posibilidad. Y fue una relación irrecuperable. Hasta hoy.Los movimientos más recientes no son conducentes a un restablecimiento de los vínculos entre Nalbandian y Del Potro. En una entrevista con La Nación, David dijo sobre el tandilense: "Espero que pueda estar contra Kazakhstán, es un jugador de mucho nivel y le sumaría mucho al equipo. Estoy contento de que haya vuelto bien rápido al circuito" . Parecen conceptos normales, pero después del fuego desatado desde la antesala de la final de la Davis...

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