El crecimiento del niño malcriado

La entrevista se había acordado en la Bombonerita, el flamante microestadio que había costado siete millones de dólares. La gestión Macri rozaba el año y las críticas zumbaban todo los días sobre el desconcertante ciclo de Carlos Bilardo, pero el ingeniero mostraba orgulloso sus obras en Boca. La Bombonera se había reinaugurado con sus novedosos palcos algunos meses atrás, estaba por abrirse el complejo de Casa Amarilla y avanzaba el museo de la pasión xeneize. En noviembre de 1996, el fútbol sólo le entregaba disgustos a Macri. Maradona representaba un desafío sin solución y el equipo desfilaba hacia el abismo. River era campeón de América y Ramón Díaz lo aguijoneaba con sus burlas mientras preparaba el viaje a Japón para enfrentarse con Juventus. "¿Sabe que fue declarado persona no grata en La Boca?", fueron las primeras palabras que le dirigió al cronista mientras estrechaba su mano. Simpatía intimidante. Le gustaba llevar el club en un puño y todavía no había desarrollado este perfil componedor, permeable al disenso.

Pasaron 19 años desde aquella nota. Aquel mediodía se incorporaba César La Plaglia a Boca y por la noche se marcharía Fernando Cáceres. Unos día santes había debutado en primera un tal? Riquelme. Macri confesaba que estaba "aprendiendo a postergar al hincha", pero todavía fracasaba en el intento. Su padre, Franco, no aprobaba la aventura dirigencial de su hijo. "Con el prestigio del apellido no se juega", xxxx. Lo incomodaba que su apellido estuviese expuesto y manioseado en u nmabito popular. Frfancio hubies epreferido que Mauruicio se quedara blindado en aquella oficina de Socma que d etan decorada con elementos xeneizes parecía u cuarta adolescente.

La nota se tituló "Macri no oculta nada, ni sus penas". Anticipaba una sancioneconomivca para fabbri por su cróbnica sexpulsiones, una costumbre simbólica que hoy mantiene cunado legan tarde algunos ministros del gabinete. Después de contar que lehabian ofrecido aTrotta, baasedas, Nachjo Gonzalez, Ibagaza y Hugo Morales, mostró...

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