El coro de los gorilas

El hombre llamó por teléfono al taller mecánico. Quería reservar turno para cambiar aceite y filtros de su auto. Lo atendieron después de un largo rato y le pidieron que llamara más tarde porque estaba caído el sistema . Lo hizo y le recomendaron pedir turno por la app, ya que solo allí había un descuento del 20%. Intentó bajar la app en el celular, pero no pudo. Volvió a llamar. Le contestaron feo: "Por acá no se reserva. Si no puede con la app, vaya a la estación de servicio" . Se abrigó y, al llegar, le advirtieron que no le convenía tomar turno personalmente porque iba a perder el descuento del 20% que solo se otorgaba por la app (era un monto considerable), que volviera a intentar con la aplicación, que tardaba en bajar y que mejor era usar una PC . Regresó a la casa, otra vez no pudo y pensó en pedir ayuda a uno de sus nietos, pero se frenó: "¿Por qué? ¿Acaso a mis 77 años, siendo un sujeto instruido, que goza de sus facultades mentales, que trabajó toda su vida, y aun jubilado lo sigue haciendo (monotributo mediante), debo pedir ayuda? ¿Será, acaso, que para no pagar el costo de mi vejez deba buscar una solución acorde con mis posibilidades? ¿O es que la estupidez humana hace sucumbir la razón ante procedimientos irracionales?" , se preguntó.

Un joven de 30 años quiso cambiar de banco para cobrar el sueldo. Dos charlas telefónicas, tres mensajes de WhatsApp y todo vendido al nuevo cliente que tenía una tarjeta de débito asociada a la cuenta de su madre en el mismo banco. Ah, no. Entonces no hay...

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