Comenzó el gran torneo del miedo y la hipocresía

Aquella bala de goma que disparó la gendarmería kirchnerista contra los obreros de Lear alcanzó el brazo y la pantorrilla de Nicolás del Caño, pero parece que no responde al mismo material insensible que se utilizó durante este desalojo de Pepsico. Es que hay balas piadosas y balas malignas. Cuando pegamos nosotros, estamos haciendo justicia; cuando pegan los otros, están reprimiendo: que venga urgente Amnistía Internacional, porque aquí ya no hay quien viva, compañeros, esto es una dictadura y la cosa sólo cierra con garrotazos. Fue el disparo de largada de la campaña electoral y el comienzo del gran torneo nacional de la hipocresía. Que involucra al oficialismo y a la oposición, a la izquierda y a la derecha. En este último redil sorprende la virulencia de algunos economistas ortodoxos, que no sin razones técnicas dibujan un panorama sombrío y a continuación le reclaman soluciones fulminantes y ajustes homéricos a un gobierno que sólo cuenta con un tercio de los diputados, un quinto de los senadores y apenas cinco de las veinticuatro administraciones provinciales. Luego de desahogarse en atendibles monólogos enfáticos, se les pregunta cómo creen que podrían realizarse de la noche a la mañana esos recortes multimillonarios que proponen, y entonces los licenciados hacen su gran aporte a la ciencia política: habría que encerrar a todos los dirigentes en una pieza y convencerlos de prepo, o conseguir cien patriotas que no les tengan miedo a los votos ni a la opinión pública. Podría agregarse el concurso de las Fuerzas Armadas, como se hacía en otros tiempos, porque para llevar a cabo tan tajantes sacrificios populares los cien patriotas y los dirigentes de la pieza van a necesitar tanques, aviones de combate y regimientos de infantería.

El Gobierno responde, a su vez, enrocado: el gradualismo fiscal genera gradualismo productivo, todo se lentifica, pero vamos por la buena senda y no pensamos movernos un centímetro después de octubre. El Presidente, sin embargo, ha revelado en la intimidad que en cuanto terminen los comicios impulsará un gran acuerdo para ejecutar una serie de reformas cruciales: "Si no las hacemos, estaremos en gravísimos problemas", cavila. El cristinismo y Cambiemos cruzarán, en los últimos metros, una mutua campaña del miedo: si gana Macri, se viene un ajustazo; si gana Cristina, asoma un crac. Como se ha dicho, ninguna de esas dos aseveraciones dramáticas será verdadera; tampoco completamente falsa. En el medio, Sergio...

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