Combaten con las mismas armas

Muy pocos cuestionarían a Cristina Kirchner por tener una relación normal con la Venezuela de Hugo Chávez. El problema de la presidenta argentina es que se trata de la única relación de absoluta coincidencia que tiene con el mundo y que ese vínculo no es normal. Perseguida por denuncias de corrupción entre funcionarios de ambos países y en medio de crecientes parecidos en los métodos de los dos gobiernos, esa relación atraviesa ahora, también, por un período de increíbles concordancias en las posiciones sobre la política internacional.Ambos presidentes han encontrado un motivo de rencor en la misma persona: Barack Obama, al que combaten casi con las mismas armas retóricas que la derecha norteamericana. Chávez, más directo y llano, fue uno de los primeros dirigentes del mundo en cuestionar la incursión de aliados occidentales en Libia para frenar la criminal matanza de Khadafy a sus opositores. Ayer, Cristina Kirchner se le sumó con una alusión más sutil y alambicada: "Nosotros no resolvemos nuestros problemas a bombazos", se despachó, en una inconfundible referencia crítica a las operaciones militares contra el déspota libio. La ofensiva aliada en Libia, cabe recordar, cumplió con todos los requisitos de la legalidad internacional.Con todo, el mayor conflicto de la presidenta argentina y su relación con Venezuela no está en el cielo de la política mundial. Se cocina mucho más abajo: en las turbulentas causas que investiga la Justicia, en las respetables denuncias que indican que hubo (¿hay?) trasiego de dinero sucio entre funcionarios de los dos países y en la creciente semejanza en las formas autoritarias de ambos gobiernos. Chávez y Cristina son autorreferenciales para todo: la patria son ellos y, por lo tanto, los adversarios son enemigos que merecen el definitivo ocaso.La relación con el periodismo libre es, tal vez, la mayor analogía existente entre ambos líderes. Seguros de que la prensa independiente está en manos de capitalistas interesados, ellos impulsan un mundo donde el poder político sea el responsable de la información. Ese camino conduce, sin remedio, a la muerte del periodismo tal como se lo conoce hasta ahora. El periodismo ha sido históricamente el auditor cotidiano del poder y no podría convertirse en un satélite de éste sin perder su razón de ser. Chávez y Cristina Kirchner (y antes el esposo de ésta) representan expresiones de un raro fenómeno latinoamericano: son algunas de las propias democracias de la región las que se ocupan...

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