En busca de equilibrio para no precipitar un terremoto

LONDRES.- , pero todavía puede perder el país.

Más poderoso que nunca, liberado de los socios quejosos que necesitó en sus primeros cinco años de gobierno, el líder tory se propone cumplir a sus anchas con un programa destinado a sacudir los cimientos de Gran Bretaña.

Necesitará de toda la prudencia política que no siempre lo asiste para no precipitar un terremoto.

Las placas tectónicas ya se están moviendo el norte del reino. La única fuerza legitimada en las urnas, además de los conservadores, es el nacionalismo escocés del SNP, convertido en un monopolio regional apenas ocho meses después de fracasar en el referéndum separatista.

El SNP y sus líderes se definen en oposición a los tories: son europeístas, antiausteridad, militantes contra las armas nucleares y sueñan con romper el Estado compartido desde hace 300 años.

La frontera entre la Escocia de izquierda y la Inglaterra mayoritariamente de derecha es desde ayer más espinosa. La ilusión de dos países que se separan resaltaba en los mapas del escrutinio: amarillo SNP, en el Norte; azul tory (salpicado de rojo laborista) en el Sur.

Las primeras palabras de Cameron como primer ministro reelecto parecieron advertir la urgencia de atender esa evidencia. Dijo que gobernaría para un "país unido", para "una Gran Bretaña incluso más grande".

Pero la magnitud de sus proyectos lo dirigen hacia el choque. Convocar un referéndum en el que los británicos decidan si quieren seguir o no en la Unión Europea (UE) puede ser la puerta que se abra para que Escocia vuelva a exigir su propio plebiscito.

La popular líder del SNP, Nicola Sturgeon, ya dijo que una eventual ruptura británica con el bloque comunitario obligaría a consultar a los escoceses si prefieren entonces independizarse para seguir ligados a Bruselas.

Cameron prometió a los escoceses que le cederá más poderes al Parlamento de Edimburgo y avanzará en algo así como una federalización de Gran Bretaña, lo que implicaría una transformación dramática de la arquitectura de un Estado caracterizado por la concentración de poder en Londres.

Sturgeon desconfía. Lo que se conoce hasta ahora de esa oferta dista bastante de ser la autonomía casi total que podrían aceptar los escoceses. La trampa del plan de Cameron es que iría acompañado de una reforma para excluir a los parlamentarios escoceses en Westminster del derecho a votar sobre temas que afecten exclusivamente a Inglaterra. De esa manera, los dejaría fuera de decisiones relacionadas al 80% del...

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