Celebración de la belleza

En el fulgor naranja de un cálido día del verano de 1915, una bella muchacha de cabellera roja pedalea en su bicicleta por una carretera arbolada del sur francés. Va a la finca de Les Collettes, en las cercanías del pueblo de Cagnes, en la Costa Azul. Allí se ha instalado ocho años antes Pierre-Auguste Renoir en busca de un clima más favorable para su deteriorada salud y de una luz y unos paisajes llenos de color y sensualidad que lo han afirmado en su separación del impresionismo y han impulsado en su ánimo (y en su arte, claro) una renovada alegría de vivir.Son las primeras imágenes de Renoir , el film de Gilles Bourdos cuyo estreno anuncia Impacto, y explican por qué hubo quien opinó que "están próximas a lo que se podría imaginar que habría concebido el artista mismo si en lugar de pintor hubiera sido cineasta". El director -nacido en Niza pero ahora residente en Nueva York- dice que la idea de un film sobre Renoir le vino casi por pura casualidad mientras vagabundeaba por el Museo Metropolitano de Nueva York ("como otros van al analista, yo voy al Met: es mi templo", se explica). También ha dicho que cuando entró en la sala de los Renoir y los Cézanne sintió de repente la necesidad de recuperar su cercanía con el Mediterráneo francés. Al principio dudó entre los dos artistas; después comprendió que conducirían a proyectos diferentes: "Cézanne temía a sus modelos, era un hombre solitario que se aislaba del mundo, mientras que Renoir era un tipo sanguíneo con los pies en la tierra y mucho apetito por la vida". Como él mismo dice en la película: "Necesito material viviente, palpitante. Lo que me interesa es la piel, la textura aterciopelada de la piel de una joven".La muchacha de la bicicleta, que abre la ficción, se llama Andrée Heuschling y poco sabe de la fama del pintor; ni siquiera sabe que ha quedado viudo y se presenta en la casa en busca de trabajo como recomendada por su esposa. "Una chica venida de ninguna parte y enviada por una muerta", se ríe el artista, que a esas alturas ya tiene 74 años y hace cinco que no puede caminar, está en silla de ruedas. No imagina que esa impetuosa y radiante recién llegada con aires de mujer independiente que sabe poner condiciones antes de aceptar cualquier oferta y pelear por sus honorarios le infundirá nuevas energías y será su musa inspiradora y su modelo durante el tiempo que le queda de vida. Y menos todavía que terminará integrándose a la familia Renoir: al volver de la guerra gravemente herido, el...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR