La Argentina, Venezuela y la Guerra Fría

Fidel Castro está muerto. Trump no es Eisenhower ni Kennedy. Y Rusia no es la Unión Soviética. Sin embargo, el conflicto que gira sobre , con centro en , se parece mucho a un destello de los tiempos de la Guerra Fría. Ese contexto abraza y protege, al mismo tiempo, al gobierno de . Ni las heterodoxias económicas autorizadas por el Fondo Monetario Internacional (intervención del Banco Central en el mercado cambiario, congelamiento de tarifas y de algunos precios) ni el fácil acceso argentino a los principales despachos del mundo se pueden explicar sin tener en cuenta lo que sucede en el continente. En ese sentido, la figura de como opción electoral en la Argentina no hizo más que prender las alarmas sobre un posible regreso del populismo en América Latina. Y en ese paisaje también debe inscribirse el esfuerzo del Gobierno en las últimas horas por mostrar una mayoría de dirigentes políticos, aun los peronistas, alejados del eje bolivariano.El mundo ayuda, pero reclama: la racionalidad política y económica, ya sea en la figura de Macri o de cualquier otro dirigente centrista, debe frenar un eventual cambio de la marea política en la región.Maduro sigue en Caracas porque Rusia y Cuba (y, en alguna medida, también Irán) presionaron para que las cosas no cambien en Venezuela. Esta es la verdad, guste o no. Cuba dijo que no tenía militares en Venezuela, y tal vez no mintió. Pero controla mejor que los venezolanos el sistema de inteligencia de Venezuela y tiene una enorme influencia intelectual en los jerarcas militares que rodean a Maduro. El régimen cubano cuenta con uno de los servicios de inteligencia más eficaces del mundo, creado precisamente durante los avatares de la Guerra Fría. Rusia le proporcionó al dictador de Caracas su guardia personal (unos 100 efectivos de fuerzas de elite), porque no quiere perder los 10.000 millones de dólares que le debe Maduro, ni las inversiones petroleras, ni el negocio del oro, en el que tiene muchos intereses. Rusia no es la Unión Soviética, en efecto, pero hace lo que no podían hacer los soviéticos: influye en elecciones cruciales en el mundo mediante ciberataques (todavía se investiga en Washington si intervino en la elección de Trump). Los menos activos en la defensa de Maduro han sido los chinos, a los que Venezuela les debe 40.000 millones de dólares. Pekín solo quiere asegurarse el pago de esa deuda, sea por parte de Maduro o de cualquier otro. Esa distancia del conflicto latinoamericano confirma la...

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