Desengaño de amor de verano

Los partidos amistosos no forjan candidatos. Los de pretemporada, menos. Ahí está Boca, el campeón del verano, el súper equipo de Julio Falcioni, desparramado en la Bombonera, con el alma al aire y cuatro goles en contra. El correctivo que le aplicó Godoy Cruz en su propia cancha quedará para la historia. Porque fue una daga al corazón del hincha, que se acopló a las buenas señales que Boca había dado con Falcioni en el banco de suplentes. Vale la pena repasarlos: ocho goles en cuatro encuentros; sólo uno en contra (Mariano Pavone, en el superclásico mendocino).Las victorias veraniegas contagiaron buen humor y optimismo. Se gastaron ríos de tinta en alabar el orden, la preparación física, el soplo de aire fresco que había sido la contratación del nuevo DT. El propio entrenador, sin embargo, iba con pie de plomo y tenía marcado con tinta roja el 13 de febrero, el día del primer partido por los puntos. De nada ayudó el contrapunto con Riquelme sobre si Boca había jugado bien o mal en el verano. Boca había ganado casi todo, con imagen de Goliat incluida.Desde ese lugar arrancó el Clausura. Como si mirara desde arriba a todos los demás equipos por el peso de los billetes y de sus refuerzos. Con la fuerza de la historia reciente, que lo consagró el mejor equipo sudamericano de la última década. En el kilómetro cero del torneo, Boca era el que menos pagaba si uno apostaba a campeón. Por pasado y, también, por ese presente que había comenzado a esbozar en Mar del Plata y Mendoza.En consecuencia, el sopapo que le propinó Godoy Cruz es mucho más que una simple derrota; una goleada en contra. Son noventa minutos de errores que aguijonean el trabajo de Boca en la preparación. ¿De qué sirve coleccionar copas de verano si el debut por los puntos termina en un fracaso estrepitoso? ¿Cuántos hinchas cambiarían la Copa de Oro o el trofeo Luis Nofal por tres puntos en el...