La amenaza de un futuro caótico crea nuevas lealtades

Mediodía de calor en La Rural. Minutos después de las 12, el ministro de Economía, Sergio Massa , mantiene una reunión de 25 minutos con Paolo Rocca , titular de Techint, el grupo industrial privado más grande del país. Los acompañan David Uriburu y Daniel Novegil , un ejecutivo histórico del gigante siderúrgico que sostiene el vínculo con Massa desde hace años. Entre café y agua con hielo esperan el turno para hablar en un seminario que organiza todos los años la compañía. Ocurrió el 15 de diciembre pasado.

Rocca y Massa discutieron temas puntuales , como el resultado de la última licitación para abastecer de gas al país, en una conversación que fue de pedido en pedido. Los empresarios le imploraron al ministro algunas precisiones con respecto a la disponibilidad de dólares.

Massa le insistió en términos similares a Rocca que termine para el 20 de junio próximo el Gasoducto Néstor Kirchner , una obra para traer gas de Vaca Muerta (Neuquén) a Buenos Aires. Hay una verdad que reconoce Economía: una parte importante del embrollado futuro del Frente de Todos depende de esos caños, a tal punto que comenzó un proceso de redefinición de lealtades y se desnudaron comportamientos extraños que están en boca del círculo rojo .

Massa recibió una señal en noviembre pasado. Agustín Gerez , el presidente de Enarsa, la compañía nacional de energía, le hizo llegar un mensaje de alarma. Gerez es una rareza para la gestión del Estado: es leal a Cristina Kirchner , pero maneja su metro cuadrado de la gestión energética con criterios que les son afines a los empresarios con los que interactúa.

Paolo Rocca, de Techint, invitó a Massa a la reunión que todos los años organiza su empresa. Antes, charlaron 25 minutos sobre el dólar, el gas y el gasoducto Néstor Kirchner.

Bajo las reglas de los números, mostró un pronóstico preocupante: la situación en Bolivia es caótica . No se refería a la política, también convulsionada, sino al gas que hay en el subsuelo y es fundamental para que los hogares, los comercios y las industrias de la Argentina tengan el insumo en invierno.

A tal punto que el discípulo de Cristina Kirchner pidió la intervención del ministro . Massa hizo lo que más le gusta, según la versión que recorre dos despachos públicos: levantó el teléfono, se comunicó con funcionarios bolivianos y obtuvo un compromiso tranquilizador del otro lado de la frontera.

Evo Morales es una referencia política de Cristina Kirchner y de Alberto Fernández. Eso no impide que Bolivia se haya convertido en un impiadoso negociador de precios con la Argentina , un movimiento que acercó a la Casa Rosada con Brasil.

Massa discutió el 22 de diciembre pasado con Fernando Haddad, su par de Brasil, la alternativa de cooperar en la compra de gas por barco. El mismo mensaje le...

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