Los aliados involuntarios de Macri

A Mauricio Macri siempre le queda el peronismo cristinista para sortear contratiempos y errores. El Presidente promueve el contraste con Cristina Kirchner; ella lo hace visible. Ese duelo eterno, del que Macri sale siempre con algún trofeo, le sirve al mandatario para mostrarse en el exterior y, sobre todo, ante los argentinos. El mundo en el que vivía Cristina es un cristal destruido. Ninguna política suya queda en pie, ni la económica ni la internacional. Los gobiernos extranjeros que la aislaron reciben ahora a Macri como a un héroe latinoamericano. Ella pasó de ser la presidenta del poder y las desmesuras kirchneristas a una perseguida por la Justicia. La esperan muchos años de ingratas excursiones por los tribunales y, seguramente, de varias condenas por corrupción. Decidió profesarle el odio político y personal a Macri, a quien culpa, encerrada y furiosa en Santa Cruz, de todos sus males.

Cristina estuvo detrás de muchas de las cosas desopilantes que hizo el peronismo mientras Macri realizaba una visita de Estado a España. La más extraña de todas fue un pedido de juicio político al Presidente hecho por un grupo de diputados kirchneristas o cercanos al kirchnerismo. El dato hubiera pasado como una insensata anécdota más del cristinismo si entre los firmantes no hubiera estado José Luis Gioja, titular del PJ. Es el supuesto líder del principal partido de la oposición quien pide el enjuiciamiento del Presidente para destituirlo. No demos más vueltas: el juicio político de un presidente siempre persigue el propósito final de su destitución.

Pasaron del absurdo al ridículo cuando se supo que el motivo de la ofensa era el asunto del Correo, que ya es un caso abstracto. El Gobierno dio por cancelado ese acuerdo con la familia Macri y encima le pidió a la Justicia que desestime todas los pedidos de indemnización de los Macri al Estado. El acuerdo impugnado nunca estuvo vigente porque faltaba que la Justicia lo homologara.

Los cristinistas firmantes pasaron después del ridículo al cinismo cuando desconocieron su propia historia. Amado Boudou tuvo más de 30 pedidos de juicio político cuando era vicepresidente, luego de que el juez Ariel Lijo lo procesara por el caso Ciccone. Para rechazar esos pedidos, el cristinismo argumentó en aquel momento que Boudou no tenía condena definitiva. Lo que existe ahora contra Macri es una imputación (apenas el puntapié inicial de una investigación judicial) de un fiscal de Justicia Legítima, una medida anterior...

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