El agujero negro de la muerte de Nisman

Estamos más cerca del agujero negro de la muerte del fiscal . Y al asomarnos vemos que es un agujero muy oscuro, el más negro de todos. Posiblemente, aquel por el cual los años del kirchnerismo pasarán tristemente a la historia. Resume, en una muerte trágica, la perversión de un sistema enfermo que fue degradado aún más, hasta límites insospechados, por las prácticas que se instalaron en la cima del poder durante los doce años que duró el gobierno anterior. Corrupción, mentira y muerte. Da vértigo asomarse a esa agujero negro de fondo todavía incierto. Y hay una razón: no es parte de un pasado resuelto, sino de un presente con el que hay que convivir a diario, en el que también duelen la multiplicación geométrica de la droga, el fantasma de una generación perdida por la falta de horizontes, la disolución de los lazos sociales y el desmantelamiento de la confianza en la autoridad. Todos legados de una década que se fue después de disolver con su praxis la cultura que da entramado a la vida en comunidad.

Once fue un crimen horrendo. Ocupados en desviar fondos hacia las valijas del latrocinio organizado, funcionarios corruptos y empresarios sin escrúpulos abandonaron el mantenimiento de los trenes hasta que una de esas formaciones, convertida como casi todas en un montón de fierros viejos donde la gente se hacinaba como ganado, no frenó cuando debía y provocó la muerte de 52 personas. El crimen de Nisman fue otra cosa. Hay que inscribirlo en la saga del atentado a la AMIA, en el que murieron 85 personas, y hay que leerlo junto a la denuncia por encubrimiento contra la entonces presidenta Cristina Kirchner, que el fiscal estaba por hacer en el Congreso. Las muertes de Once son la consecuencia irreparable del robo y el desprecio por el otro. La muerte de Nisman, también irreparable, cifra una historia donde la ambición y la mentira alcanzan dimensiones de tragedia griega, en las que simples humanos que se creen dioses llaman, con sus transgresiones, a la desgracia y la furia divina.

Tuvieron que pasar casi tres años para que se confirmara lo que la mayoría, en silencio, sospechaba o sabía. Antes hubo que sacarles el expediente a la jueza Palmaghini y sobre todo a la fiscal Fein, que en lugar de deducir desde el primer día lo que decían las pruebas se ocupaban, según parece, de diluirlas, y luego de neutralizar su elocuencia dejando que pasara por ellas la lima del tiempo, que todo lo borra, un recurso que conocen bien en Comodoro Py. Allí, a la...

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