El abandono de la palabra

En el salón literario de Marcos Sartre se sentaron las bases institucionales del país . Fue ahí donde la "generación del 37″ imaginó una Argentina posible. Alberdi, Echeverría, Frías, Posadas, Vicente Fidel López fueron parte de un grupo de jóvenes intelectuales que marcaron nuestro destino, para bien. Nombres de calles, olvidados por muchos, en la historia panfletaria que abunda estos días.

En esos encuentros de 1837 discutieron del futuro, y del pasado como base del futuro . Uno de los pilares fue el idioma: "Hay que tener un ojo puesto en la inteligencia europea y el otro clavado en las entrañas de la patria", sentenció Echeverría. Adoptar el idioma castellano fue reconocer el puente que nos une con España, sin perder de vista la realidad nacional que empezaba a perfilarse. Darle al idioma castellano el rango de institución nacional fue un acto revolucionario.

Casi doscientos años después, borramos la historia con el codo para escribirla con el pie . Qué manía esa de reescribir los manuales de historia desde la más deleznable fuerza destructora, el resentimiento. Algunos creerán que formular un planteo contra España dos siglos después de nuestra independencia es un asunto risible por lo descontextualizado. Una demostración de la más supina ignorancia, una ingenuidad soberbia. En parte sí, en parte no tanto.

Vivimos dentro del acto del discurso . El apóstol nos dice en la Biblia que en el principio fue la Palabra, pero no nos dio ninguna garantía sobre el final. Es ese final lo que está en juego. La matriz verbal es la principal forma de concebir la conducta del intelecto. Por eso mismo es un modo de crear realidad. Proponer la adopción de una jerigonza desde el Estado es más que un...

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