Los 70: la caída de Héctor Cámpora y una 'primavera' que para muchos no existió

Héctor J. Cámpora y Vicente Solano Lima, la fórmula presidencial de un gobierno que duró 49 días; en la imagen se ve a Juan Manuel Abal Medina, operador de Juan Domingo Perón

Del primer derrocamiento de un presidente peronista dentro de un mismo gobierno peronista (el segundo fue el de Adolfo Rodríguez Saa en 2001) se cumplen ahora 50 años. Se trata de la caída de Héctor Cámpora, el 13 de julio de 1973, y su reemplazo por Raúl Lastiri, quien presidía la Cámara de Diputados.

Aquel viernes, pese al frío, la calle hervía. Desde el día anterior se había inundado de rumores. Entre los argentinos más jóvenes de la época muchos todavía deben recordar hoy la dimensión de su asombro, su sorpresa. La conmoción general. Porque el nuevo presidente, que representaba la vuelta del peronismo a la Casa Rosada después de 17 años de prohibiciones, apenas llevaba siete semanas y lo que se había explicitado durante la campaña electoral era que Cámpora sería el gobierno y Perón, el poder, no que un día cualquiera uno sustituiría al otro. Mucho menos que para el intermedio, José López Rega acomodaría a su yerno Lastiri, como sucesor de "El Tío" para gobernar el país durante tres meses.

Algunos rumores hablaban ese viernes de que se venía un nuevo 17 de octubre para exigir que Perón asumiera de inmediato, cosa constitucionalmente imposible. Otros anunciaban una súbita huelga general, no de protesta, sino de apoyo al líder. Aunque Cámpora había sido puesto por Perón y su propensión a la retórica genuflexa permanecía inalterable, era ostensible que, en sintonía con un clima de rebelión expandido a vastos sectores de la sociedad, la llamada izquierda peronista se había adueñado del gobierno. Visceralmente anticomunista, la ortodoxia sindical no se hallaba a gusto con la situación, que además lucía preanárquica. Acababa de producirse tres semanas antes la masacre de Ezeiza, en la que se enfrentaron a tiros los dos extremismos que cobijaba el peronismo, con un saldo nunca bien aclarado de muertos y heridos.

La versión oficial, por fin, bajó la línea del sacrificio presidencial reparador. L o que se reparaba era la supuesta proscripción de Perón en 1972, cuando la dictadura de Lanusse exigió que los candidatos estuvieran en territorio nacional antes del 25 de agosto y Perón, también desafiante, decidió dejar vencer ese ultimátum para volver recién el 17 de noviembre. Tras permanecer un mes en el país, con un pie en la escalerilla del avión que lo llevó a Paraguay, el líder les informó a sus seguidores que el candidato del peronismo sería su delegado personal, de lealtad inquebrantable, lo que significaba descartar a los otros dos miembros de la terna que había tenido en mente, Antonio Cafiero y Jorge Taiana (su médico personal, padre del actual ministro de Defensa).

A diferencia de Cafiero y de Taiana, Cámpora no era de ninguna línea interna. Su virtud sería su cruz. Cuando Perón se volvió a Europa y lo dejó solo para la campaña, el dentista Cámpora alivió la orfandad estrechando vínculos con la Tendencia Revolucionaria, que lo abrazó...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR