De Menem a los K, distintos pero iguales

El país crece a tasas asiáticas. La gente viaja y consume. Quien está a cargo del Poder Ejecutivo exhibe razonable gobernabilidad, gusta tener un alto perfil televisivo y sobrelleva con dignidad su propio duelo personal, del que la gente naturalmente se compadece. Va por la reelección (aun a costa del gobernador bonaerense, que se empeña en asumir en su lugar) y se consagra en primera vuelta. Interpreta su victoria como un triunfo personal sobre la prensa.Esto no es una descripción de hechos recientes o un ejercicio de política ficción, sino una sucesión de acontecimientos que ocurrieron hace 16 años y que el presente parece empeñado en repetir, apenas con algunos matices.Tal como ahora, entonces gobernaba el peronismo (aunque la panacea vendida en aquella época por el gran partido del poder en la Argentina no era el actual intervencionismo estatal, sino el más rancio y duro privatismo). Carlos Menem había sufrido, dos meses antes, la terrible pérdida de un hijo. El grueso del electorado se aferraba a la ilusión del 1 a 1, el voto cuota, la Argentina Primer Mundo. No importaba que ese "modelo" se financiara con la venta y el remate de las empresas estatales y con los generosos créditos de los organismos internacionales. No importaba que el deterioro de la industria nacional se profundizara. No importaba, hasta que cuando importó, ya fue demasiado tarde.La ideología suprema del peronismo es la conservación del poder, aun a costa de sus propios principios. Ya su fundador lo demostró al fluctuar de la implementación de la materia religión en las escuelas públicas a la sanción de las leyes de divorcio y profilaxis y a propiciar la expulsión del país de los curas enemigos. De la alianza electoral con la jerarquía eclesiástica contra la atea y laica Unión Democrática, en 1945, pasó, diez años más tarde, a no mover a la policía y a los bomberos cuando algunas patotas coordinadas salieron a quemar iglesias en la noche del aciago 16 de junio de 1955, para vengar el bombardeo de la Marina a la Plaza de Mayo, que mató a tantos inocentes.Ese primer Perón también insinuó al Menem de casi 40 años después: pasó del más férreo estatismo a querer ceder a la Standard Oil Company de California la explotación del petróleo en la Patagonia en condiciones tan libérrimas que hasta sus propios legisladores debieron cerrarle el paso en el Congreso.En los 70, la administración Cámpora, copada por los Montoneros, viró en pocos meses a la extrema derecha en el gobierno de Isabel...

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