De 1933. Llegó al país a hacerse 'la América' y abrió un café emblemático sobre el que sus nietos fundaron un imperio

Atilano, Paulino y Justa en Casa Martínez

Atilano Martínez llegó a Buenos Aires en 1927. Sus nietos aseguran que vio venir la Guerra Civil española. Y que por eso se fue. Ya conocía el horror: a los 14 años había sido reclutado y enviado al norte de Marruecos para combatir la sublevación de las tribus locales, en lo que se llamó la Guerra del Rif.

Su historia repite la de muchos inmigrantes. Llegó a la Argentina atraído por la leyenda de un país donde parecía que había oportunidades para todos. Vino a hacerse "la América". Todo su capital era su capacidad de trabajo, ilimitada. Sus nietos recuerdan que tenía la mano levemente deformada. "Como si estuviese agarrando algo", precisan. Semejante alteración era producto de sus años trabajando en las minas de carbón. Empezó a los 7 y recién soltó el pico a los 14, cuando se lo cambiaron por un fusil.

Atilano Martínez con su esposa, "Doña Justa"

Tenía una personalidad guerrera y resiliente. Nació el 5 de abril de 1900 en el pueblo de Armada, cerca del Parque Natural Las Ubiñas-La Mesa, en España. Se definía como un asturiano " bien asturiano". Le gustaba repetir que Asturias era la única región de España que no fue invadida. Como reza el dicho popular: "Asturias es España y lo demás, tierra conquistada".

Se radicó en el centro porteño. Creyó que la distancia apagaría definitivamente el alboroto familiar que produjo la noticia de su romance con su prima Justa, de 15 años. Poco antes de abordar, recién casados, tiraron juntos la última bomba: les comunicaron a sus padres que estaban esperando un hijo. No llegaron a escuchar los llantos y reproches, pusieron un océano de por medio.

Atilano consiguió trabajo. Durante sus primeros años en el país, fue casero y albañil. Nunca perdió de vista su objetivo: darle el mejor presente y futuro a su familia. Semejante obstinación lo llevaría, algunos años después, a poner la piedra fundamental de un imperio que hoy tiene 215 locales en todo el país.

De izquierda a derecha, los hermanos Salas Martínez: Mauro, Claudia y Marcelo.

Sus tres nietos, Claudia (66), Mauro (60) y Marcelo (58), conocen la historia de memoria.

-Atilano llegó a la Argentina prácticamente sin dinero, con su mujer embarazada... No debe haber tenido un comienzo fácil. ¿Recibió algún tipo de ayuda?

Claudia: -Sí, mucha. Al comienzo, mis abuelos se apoyaron mucho en la comunidad asturiana. Se acercaron a los amigos que habían llegado antes, y ellos les daban trabajo. El primer trabajo de Atilano...

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