Un saxofonista para el Mississippi

Sentado en el lobby del hotel, sin managers, personal de prensa ni compañeros de banda a su alrededor, la imagen de Eddie Shaw hojeando un diario del que no entiende una palabra es la de un hombre solitario. Sus palabras, lentas pero seguras, salen de su boca, que tiene la típica deformación de un músico que lleva más de 50 años tocando el saxo. Grave y a punto de desgranarse, su voz parece cargar el peso del blues del Mississippi, ese que toca desde que, a los 12 años, tomó su instrumento por primera vez para formar parte de la banda de su escuela. "Todos mis recuerdos tienen que ver con el blues y mi saxo; comencé admirando a mi director musical, que me guió durante mucho tiempo, y luego fueron los músicos con los que toqué los que me mantuvieron con vida", sentencia sin nostalgias.Esos músicos a los que hace referencia este bluesman nacido en 1937 a orillas del río más importante en la historia de la música negra fueron nada menos que Ike Turner, Muddy Waters y Howlin' Wolf. "Los amo a todos ellos. Con Howlin' Wolf fue con el que toqué más tiempo y, como las canciones eran diferentes, tuve que cambiar mi forma de pensar y encarar el instrumento; cuando te sumás a una banda tenés que sentir la furia que ya trae consigo, tiene que suceder en tu interior", explica Eddie Shaw, con apenas unas canas asomando por debajo de su sombrero blusero y un enorme anillo dorado, dos detalles que cortan la monotonía del negro que viste de pies a cabeza.Para un saxofonista americano de los años 50, el blues -más propicio al sonido de la armónica- era apenas la tercera opción en la cual desarrollarse, muy por detrás de cualquiera de las modalidades del jazz y el incipiente soul. Él, sin embargo, se reafirma como hombre de blues sin interesarse por el cruce de géneros: "La gente se enfoca en el jazz...