Zona Libre: cumple 20 años la colección que cambió la literatura juvenil latinoamericana

"Hay cabezas y corazones forjando, sosteniendo esta Zona Libre de admoniciones, de facilismos y de espejitos de colores donde dudar, interrogar, perder y amar son las mejores recompensas. Quizá la literatura sea la palabra más humana. Por eso, ¡buen camino y larga vida, Zona Libre!", escribió Liliana Bodoc para festejar los veinte años de la colección de Norma, la editorial que le abrió las puertas y dio a conocer buena parte de su obra.

La escritora nacida en Santa Fe, pero mendocina por adopción, que falleció repentinamente en febrero pasado, encontró en Antonio Santa Ana al editor que le dio el respaldo para dar rienda a su universo fantástico, ese que también coqueteaba con la realidad, tal como hizo en su última novela, Elisa, la rosa inesperada.

Pasaron veinte años desde que Zona Libre irrumpió en el mercado editorial con un claro objetivo: seducir al público juvenil. En aquel entonces no existía un perfil claro de este tipo de lector, por lo que la oferta era escasa, en su mayoría se limitaba a clásicos o textos de colecciones infantiles que planteaban temas de crecimiento. "Mis años como promotor en Norma -recuerda Santa Ana- me permitieron ver que los chicos de trece años, de primer año del secundario, buscaban otro tipo de historias, de libros diferentes a los que leían en la primaria. Claramente en esa etapa hay un quiebre y no quieren las mismas colecciones que los vinculan con la infancia. El hallazgo de Zona Libre fue la búsqueda de autores nuevos, distintos, que apostaran por otro tipo de historias".

El desafío de Antonio Santa Ana como editor y fundador de Zona Libre fue tomar riesgos en las temáticas a desarrollar y posicionar a autores locales entre los jóvenes lectores de América Latina. Los primeros tres libros publicados y que rompieron con la tradición de lo que hasta entonces se venía leyendo en las escuelas fueron: el thriller del cordobés Sergio Aguirre, La venganza de la vaca; Los ojos del perro siberiano, del propio Santa Ana, que con un lenguaje directo habla sobre el VIH (best seller que ya superó el millón de ejemplares), y Cambio de voz, seis cuentos cargado de ironía y humor de la colombiana Irene Vasco.

"El sello se impuso muy fuertemente apenas apareció, y la calidad de sus textos, la fuerza de sus autores y la coherencia del catálogo permiten que aún hoy siga siendo un claro referente -reflexiona Laura Leibiker, editora desde 2012 de literatura infantil y juvenil (LIJ) en Norma-. Sin duda, hay títulos como...

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