Zona de confort: no se trata de probar suerte en un país remoto, sino de elegir la vida que queremos

Llegás a tu nueva ciudad, decidida a hacerla tuya, sin la ayuda de nadie, querés escribir tu propia historia en La Gran Manzana. Buscando casa, te das cuenta de que todo lo que habías visto en Craigslist es mentira, y el alquiler de un departamento medianamente decente cuesta el doble de lo que tenías pensado gastar. Evaluando tamaño versus ubicación, elegís estar más cerca de tu vida social que del trabajo. A la oficina hay que ir, pero cuando te encontrás con el invierno más frío de tu vida, las excusas para no ir hasta ese bar en la otra punta de la ciudad van a sobrar. Finalmente duplicás tu presupuesto por la idea de una vida un poco más cómoda, pero no te quedó plata para decorarlo.

Los muebles a precio razonable están en los showrooms de Nueva Jersey, los outlets del Bronx o en los mercados de Long Island. Si todos estos fallan, siempre estará Ikea en Red Hook. Después de una larga búsqueda, encontrás un mini sofá-cama ideal para tu modesto departamento, pero lo suficientemente grande para que duerman tus dos hermanas cuando vengan a visitarte.

Rápidamente también te das cuenta de que no conocés a nadie con auto para que te ayude a transportarlo, los envíos cuestan más que el sofá, y además sólo entregan los días de semana, cuando vos estás recién empezando con tu trabajo nuevo y tomarse unas horas no es una opción. En la desesperación terminás negociando con los remiseros locales, y comprobás las ventajas de ser latina en Nueva York. Puertorriqueños, mexicanos o argentinos, todos vinimos a hacernos nuestra suerte, y en el idioma encontramos una complicidad única.

Llegás a Manhattan y, como en las películas, en el momento menos esperado empieza a nevar, pero la diferencia es que acá no es nada romántico. Empujando el sofá por los pasillos es recomendable que tu primera casa en NY tenga ascensor, aunque lo más probable es que sea un quinto piso por escalera. Los caballeros como se conocen en la Argentina no existen, en vez de...

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