El éxito teatral se prolongó con grandes apariciones en cine y TV

El cine y la televisión disfrutaron del mejor Alfredo Alcón en las décadas de 1960 y 1970. En la pantalla grande, donde exhibió otra gran faceta de su personalidad como actor, mezcló compromiso, diversidad temática y la inmensa popularidad ganada por una serie de interpretaciones de grandes personajes de la historia y la cultura popular argentina. La TV funcionó para él como una suerte de prolongación de su labor escénica y allí supo brillar, sobre todo, con adaptaciones muy comentadas de algunos clásicos universales.Con un melodrama (El amor nunca muere, de Luis César Amadori) y una comedia (La pícara soñadora, de Ernesto Arancibia), en los que le tocó cortejar a Mirtha Legrand, Alcón inauguró entre 1955 y 1956 su carrera en el cine. Casi al mismo tiempo, en 1954, hizo su primera incursión televisiva en el viejo Canal 7, como parte del elenco de un ciclo que adaptaba obras de García Lorca.Alcón y Legrand volverían a unirse para el cine una década después en Con gusto a rabia, de Fernando Ayala, después de la afirmación definitiva de Alcón en el cine al interpretar a Ecuménico López en Un guapo del 900 (1960).Años después, Alcón dijo que ese papel le cambió la vida, en buena medida porque marcó el primer encuentro de una larga y feliz alianza con Leopoldo Torre Nilsson, extendida durante casi una década, en la que junto a él llevó al cine las vidas de Martín Fierro, José de San Martín (El santo de la espada) y Martín Miguel de Güemes. Luego llegaron, para completar ese ciclo, La Maffia, Los siete locos, Boquitas pintadas y El pibe Cabeza.Todas ellas fueron películas de gran repercusión popular, pero ninguna superó a Nazareno Cruz y el lobo, de Leonardo Favio, que en 1975 llegó a ser vista por tres millones y medio de personas. Allí Alcón compuso de manera memorable a un Satanás criollo llamado Mandinga.Como protagonista u ocasional figura de reparto, Alcón dejó su sello en varios títulos clave de la época, dirigidos por notables realizadores: de nuevo Ayala (Una viuda difícil, El candidato), Lucas Demare (Zafra), Ralph Pappier (La morocha), Luis Saslavsky (Las ratas), David José Kohon (Prisioneros de una noche).Luego llegaron sus trabajos junto a nuevas generaciones de cineastas: Pubis angelical, con Raúl de la Torre, Un idilio de estación, con Aníbal Uset, Saverio el cruel, con Ricardo Wullicher. También dejó su aporte a la obra de Eliseo Subiela (Últimas imágenes del naufragio) y Juan José Campanella (El hijo de la novia).El último personaje...

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