Winslet regresa en una fábula fashionista

Suele decirse que las grandes estrellas del cine prefieren Toronto a cualquier otro gran encuentro multitudinario porque allí pueden presentar y dar a conocer sus proyectos más personales. Cada septiembre, la ciudad canadiense está llena durante diez febriles días de alfombras rojas, glamour y fans apasionados dispuestos a esperar largas horas para obtener un autógrafo o una selfie. Lo hacen con la convicción de que conseguirán su propósito, porque en ningún otro lugar encontrarán a sus figuras favoritas tan dispuestas y relajadas.

Es lo que ocurrió en Toronto 2015, entre muchas otras, con Kate Winslet. Poco antes del estreno mundial de El poder de la moda (The Dressmaker), cuyo estreno en la Argentina anuncia el sello Energía para hoy, la protagonista de Titanic y El lector recibió brevemente a un puñado de medios internacionales, entre ellos LA NACION, en el primer piso de un bar-lounge muy popular, ambientado para la ocasión con los toques fashion de uno de los auspiciantes locales del lanzamiento del film. A menos de 200 metros de allí, una compacta y extensa hilera de fans se iba congregando sin desbordes junto a las vallas a la espera de poder saludar a Winslet y al resto del elenco.

La película que llevó a la actriz británica al inmenso festival canadiense no tenía nada que ver con la marca de algún gran estudio o la impronta de Hollywood. Es una pequeña e independiente producción australiana que marca, además de la presencia protagónica de Winslet, el regreso a la dirección después de casi dos décadas de Jocelyn Moorhouse, la directora nacida en Melbourne que en 1991 llamó la atención de Cannes con su elogiada ópera prima La prueba.

Para esta vuelta, Moorhouse vuelve con lo que ella misma definió como el equivalente, pero con máquinas de coser, de Los imperdonables, el memorable western de Clint Eastwood.

El poder de la moda es el relato de otro regreso, el de Myrtle "Tilly" Dunnage (Winslet), quien después de pasar muchos años en Europa como diseñadora de modas se reinstala en su pueblo de origen, un rincón agreste y polvoriento de la Australia rural de los años 50. Allí deberá cuidar de su madre enferma (Judy Davis), tendrá un acercamiento amoroso con un deportista menor que ella (Liam Hemsworth) y se las verá con una serie de personajes de conducta extravagante, descriptos por Moorhouse casi al borde del grotesco.

"Jocelyn concibió esta película como una fábula. Pero yo la definiría como una comedia gótica y oscura que, al mismo...

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